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Inspirado por su batalla personal contra su adicción a las drogas, y por los preceptos de la fe Baha’i, Nasir Sobhani, un barbero de Melbourne conocido como «el barbero callejero», corta el pelo gratis a los indigentes en sus días libres y para el tiempo hablando con ellos esperando ayudarles a empezar de nuevo.

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En un vídeo de PLGRM, Sobhani se muestra muy abierto sobre su pasado y su drogadicción: «Por eso empecé a cortar el pelo. Me encanta, es mi nueva manera de sentirme bien. Es mi nueva droga.»

Más información en: Instagram (via: metro)

Nasir Sobhani pasa un día libre de cada semana cortando el pelo gratis a los indigentes

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«Un corte de pelo puede ayudar mucho a alguien. Por eso llamo así lo que hago, ‘Corte limpio, nuevo comienzo'»

«Ese soy yo…¡me gusta!»

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Dijo que estaba enganchado a la cocaína todo el rato. «Me gastaba 300 o 400 dólares al día»

«Ahora cuando me levanto de la cama miro esto y lo primero que veo es ‘No te rindas’.»

«Cortar el pelo es mi nueva manera de sentirme bien, mi nueva droga»

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Como antiguo adicto, Sobhani habla con ellos y comparte su propia batalla contra la drogadicción con sus clientes

Mark

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«Mark tiene 28 años y ningún contacto con su familia desde hace una década. Le conozco desde hace tiempo y me gusta ser amable con él, quién me corresponde con mucha alegría. Se diría que solo quería a alguien con quien hablar. Cuando me lo encontré hoy le pregunté si quería cortarse el pelo y me dijo que sí, «no he tenido la oportunidad de arreglármelo en 8 o 9 meses». Lleva siendo indigente 3 años, y aunque ocasionalmente le da a la heroína y la metadona, no fueron las drogas lo que le llevó a las calles, sino razones sociales, para encajar y sentir que tenía amigos. Le echaron de donde vivía hace 3 años y desde entonces no ha podido encontrar un hogar o un trabajo. Sufre problemas mentales: «estoy muy deprimido y oigo voces en mi cabeza», y esa es otra razón por la que está en la calle. No tiene apoyo alguno ni amigos. Está solo y solo quiere que la gente le quiera y le acepte. A menudo piensa en volver a contactar a su familia, sobre todo en Navidades. Al oír su historia me sentí fatal de lo abandonado que estaba. Ni siquiera tenía ropa decente, sus pantalones estaban rotos, y su camiseta rajada y sucia, y no tenía ropa interior. Fui a comprarle ropa nueva y me pasé un buen rato arreglándole: le corté el pelo, la barba, le lavé bien. Me sorprendí al final y le dije «Mark, tienes muy buen aspecto» y me respondió «¡Lo sé, me siento genial!» Le di la mano y le dije «Espero que sepas que tienes un amigo, nos vemos pronto.» Adoro a este tipo, su sinceridad y su corazón. Gracias por abrir mis ojos, Mark.»

Chris

«Este es Chris. Tenía 21 años cuando le conocí y su cumpleaños era el día siguiente. No tiene familia con la que quedarse o contactar: lleva enteramente solo los últimos 11 años. En las calles e indigente desde que tenía 10 años. Si, es una locura, pero es la triste realidad. Le pregunté cómo era posible y sus razones me dieron escalofríos. «Odiaba tener que llevar constantemente capas extra de ropa al colegio cuando hacía calor» me dijo en voz baja. Le pregunté que quería decir con eso y explicó que era para tapar los moratones que le hacían sus padres al pegarle. «¿¡Tus padres!?» dije, y contestó «Sí, tanto mi padre real como mi padrastro». Casi todo el tiempo estaba con su madre y su padrastro, que era muy abusivo y le pegaba. Luego su madre le mandó a vivir con su padre real, y los abusos continuaron. No había forma de escapar y ya había tenido suficiente y huyó a las calles. A la edad de 11 años se encontró fumando y  metido en la heroína también. Cuando le conocí era muy tímido, así que esperé a estar a solas con él para tener más intimidad y que se sintiera más cómodo. Sin embargo, creo que es mejor no decir muchas cosas de las que me contó. Había llevado gorro durante una eternidad así que tenía el pelo hecho una rasta, y tuve que cortarlo con tijeras cuidadosamente. No pude hacer nada estilístico porque su pelo estaba muerto. Le afeitamos la cabeza y luego la cara, pero bajo la barbilla era más difícil debido a las heridas causadas por la metadona. Insistió en que quería estar limpio, así que lo hice lo mejor que pude y luego aplicamos champú seco y tratamiento aftershave. Se miró en el espejo y se sintió feliz, lo cual me alegró. Nunca pudo experimentar la infancia y mucho menos la juventud, así que ojalá que tras su 22º cumpleaños pueda vivir algo más positivo con amor y felicidad. Feliz cumpleaños, Chris.»

Ganesh

«Ganesh tiene 34 años y una hija. Emigró a Australia con su madre y su hermano hace casi 20 años, tras abandonarles su padre en Fiji. Al llegar aquí con 15 años conoció a una chica y se enamoró de ella, pronto se convirtió en su primer amor. Se fueron a vivir juntos y tuvieron una hija. Todo iba bien hasta que descubrió que ella tenía una aventura, y tras descubrirlo, él no la dejó, sino que fue ella quien le dejó a él. Y tras marcharse se llevó a su hija y luego su casa. Desconsolado, sin dinero y solo, se vio forzado a vivir en la calle y empezó a tomar heroína para intentar superar el dolor. Afirma que a día de hoy, 10 años después, aún no lo ha superado y no ha sido capaz de establecerse. Por suerte su madre le acogió en su casa e hizo lo que mejor hacen las madres: cuidar de su hijo pequeño. Desde entonces, cuida todo el rato de su hermano mayor Vic e intenta quitarse de su ocasional vicio a la heroína, algo muy difícil. La última vez que intentó cortarse el pelo se le rompieron las tijeras y tuvo que ir con medio pelo cortado. Cuando le pregunté que quería que le hiciera me dijo «lo que quieras, tío, solo ayúdame a que mi barba esté limpia y cuidada, porque quiero mantenerla»

Rachel

«Rachel tiene 28 años y un hijo. Iba paseando por la calle con mis utensilios y ella vino y dijo «¡Hey, tú eres el tío que corta el pelo gratis a nosotros los indigentes!». La saludé y le pregunté si quería que le cortara el pelo, y efectivamente, eso quería. Me hizo muy feliz porque mi amiga Saba estaba justo ese día ofreciéndose a maquillar a mis clientas si querían. Empezamos a hablar y Rachel dijo que llevaba en la calle desde los 13 años. No me dio muchos detalles, pero me dijo que había tenido una infancia dura y por eso huyó a las calles. Me dijo que había estado enganchada a la heroína a ratos durante los últimos 15 años, y me dio mucha pena porque solo tenía 28. La tomaba para enmascarar los traumas de su infancia, pero a los 13 años no sabía como usarla, así que los colegas de la calle se la inyectaban en las venas. Eso me entristeció mucho y no pude más que permanecer en silencio. Después aprendió a inyectársela ella misma. 15 años después trabaja casi todos los días como prostituta. Su hijo Xavier solo tiene 1 año y es la alegría de su vida. Espera poder irse de este barrio a otro con menos drogadictos. Tenía sueños pero se perdieron entre la calle y las drogas. Me dijo que no le habían cortado el pelo decentemente desde los 13 años y me pidió que se lo dejara corto por los lados pero dejando lo de arriba más largo y algo desarreglado. Le puse champú seco y luego Saba la maquilló, lo que le hizo mucha ilusión. Cuando se vio a si misma no se creía que era ella. Deseo que Rachel y Xavier puedan empezar de nuevo. Todos nos merecemos una segunda oportunidad, pero Rachel nunca tuvo la primera.»

Marcel

«Marcel tiene 30 y muchos años. Muchos de mis clientes de la calle son personas maravillosas y dulces, pero no he conocido a nadie tan amable y generoso como Marcel. Tiene 4 hijos a los que no tiene permitido ver. La madre de los niños fue su primer amor y ahora es su ex-mujer, y se los llevó a todos hace varios años. Cuando estaban juntos tomaban drogas a menudo y eso llevó a su mujer a prostituirse para tener dinero para drogas. Marcel era músico. Tras tener su primer hijo, decidieron dejar las drogas y estar limpios. Tras el cuarto hijo, Marcel perdió mucho pero por el estrés y la ansiedad, su mujer pensó que estaba drogándose otra vez y le dejó, mudándose al oeste de Australia. Eso destruyó la salud mental y emocional de Marcel, lo cual le hizo volver a las drogas, lo que le llevó a vivir en la calle. Es alcohólico crónico y bebe para paliar su dolor. Ahora va por las calles del barrio haciendo comedia y vendiendo varias obras de arte. Me dijo «mis hijos deberían estar aquí trabajando y divirtiéndose con su padre ahora mismo». Lo dijo de una forma muy triste. Quería conservar sus rastas pero más cortas y arreglarse el vello facial. Al acabar, solo tenía una moneda y me preguntó si tenía alguna más para comprarse algo de beber. Le dije que solo tenía tarjeta, y entendió que no tenía dinero, así que me dijo «toma mi último dólar». Me dio las gracias, me lo puso en la mano y se fue. Casi lloré por ese gesto.»

Kevin

«Kevin tiene 48 años y lleva mucho tiempo en la calle. Solo ha tenido un tejado sobre su cabeza cuando estaba en prisión, de la que ha entrado y salido unas 20 veces, siempre por hurto y robo armado, para pagarse las drogas. Piensas que ya habría aprendido la lección, pero la heroína es muy chunga y quienes no tienen una adicción no pueden entenderlo del todo. Kevin sufre de Hepatitis C a causa de las drogas, su hígado va fallando poco a poco y se nota al ver su pelo y su piel. Fui a coger algunos utensilios y al volver, Kevin estaba vigilando mis herramientas pacientemente. La gente pensaría que me iba a robar debido a su pasado, pero tenía fe en él y le di el beneficio de la duda. Era una buena persona de verdad, pero la heroína lo ocultó»

Graham

«Graham tiene 33 años y sufre de epilepsia y parálisis cerebral. Se ve forzado a vivir en la calle porque no tiene familia. Cuando le pregunté por los refugios para indigentes, dijo que no podían acomodarle porque el gobierno requiere que haya personal preparado disponible las 24 horas para cuidar y asistir a gente discapacitada como Graham. Sin embargo, es algo muy caro y los refugios no tienen suficientes fondos para tener personal así, lo que significa que a menudo no tiene dónde quedarse. Lo más triste es que su discapacidad  se debe a severos traumas craneales sufridos en la infancia. Cuando tenía 2 años, le llevaron lejos de su madre aborígen y le forzaron a ir a una escuela anglosajona. Fue un intento de intentar adaptar a los indígenas para que aprendieran la cultura angloaustraliana y su forma de vida, para que olvidaran su propia cultura. Graham fue parte de esta «generación robada». Fue en la escuela donde le golpearon tanto que le fracturaron el cráneo y le dejaron secuelas de por vida: el lado derecho de su cuerpo no funciona correctamente.»

Jen

«Jen tiene 50 años y es madre de 4 hijos, y abuela de 3 nietos. Sus hijos ya no le hablan y sufre de adicción a la heroína. Me dijo que hace 5 años que no le cortan el pelo, y mucho menos nada que tuviera que ver con arreglarse, así que lo necesitaba mucho. Se lo desenredé, le corte las puntas abiertas, le di forma y le hice un tratamiento para arreglar su cabello dañado. Estoy preparado para cortar el pelo masculino, así que el femenino me es algo extraño, pero lo hice lo mejor que pude y exactamente lo que me pidió. Se miró al espejo, me dio la mano y un abrazo y me dijo «gracias, al fin me siento hermosa de nuevo». El caso es que ya me parecía hermosa antes.

Janko

«Janko tiene más de 40 años y no tiene ni pareja ni hijos. Cuando se acercó a mi mientras estaba cortando el pelo a otro cliente, estaba muy borracho y me pidió ser el siguiente. Le respondí que por supuesto y que acabaría pronto. Esperó su turno pacientemente y cuando se sentó me pidió que le rapara al 2, porque no sabía cuando podría cortarse el pelo otra vez. Le pregunté por su vida y me dijo que su casero le echó y desde entonces no ha encontrado donde quedarse. Le conté mi historia y mis problemas de adicción, y cómo ayudando a otros, por ejemplo cortando el pelo, me siento bien. En ese momento Janko se empezó a reír de mi, señaló su botella y dijo que así se sentía él bien, y siguió riéndose. Hablamos de por qué bebía y dijo que le encantaba y estaba borracho de sol a sol, por algo muy interesante. Dijo «estoy solo y no tengo a nadie que escuchar o que me diga lo que tengo que hacer, y por eso siempre hago lo que quiero». Por eso, dijo, si quería beber, pues bebía.»