Estas mujeres compartieron 20 sutiles demostraciones de poder que realizan para difundir el feminismo
Desde hace ya varias décadas, los movimientos feministas han peleado por la libertad política, económica y cultural de las mujeres. Pero, como ha demostrado una tendencia de TikTok, podemos luchar contra la desigualdad de género todos los días, incluso por nuestra cuenta.
La tendencia comenzó en enero, cuando la usuaria Molly Barrie publicó un video en el que invitaba a que las personas compartieran las "sutiles demostraciones de poder" que hacen con regularidad, y no pasó mucho tiempo hasta que el video se difundió ampliamente en la plataforma. Entonces, como el día internacional de la mujer está aquí, en Bored Panda pensamos que sería interesante echarles un vistazo a las respuestas más interesantes.
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En situaciones sociales de grupo, cuando un hombre interrumpe a una mujer, no le dirijo la mirada, sino que continúo mirando a la mujer a la que interrumpió. Luego, lo interrumpo a él y le digo a ella: “Espera, ¿qué estabas diciendo?”. Y las mujeres siempre sonríen.
Para saber más sobre las cosas con las que lidian las mujeres, nos contactamos con Nyomi Winter, coordinadora de proyectos, bloguera a medio tiempo y feminista a tiempo completo, de Inglaterra.
“Noté más sexismo una vez que tuve hijos”, le contó la fundadora de la revista en línea Nomipalony a Bored Panda. “La expectativa de que serás el cuidador principal, que también deberá mantener su carrera, es muy difícil. No hemos progresado lo suficiente en la brecha laboral y, en consecuencia, en la brecha entre las pensiones. Los cambios en el ambiente laboral podrían hacer una gran diferencia en pos de la igualdad”.
Solía trabajar en el centro de atención telefónica de una aerolínea y, cuando la gente me llamaba para asignar los asientos de su familia de mamá, papá y dos hijos, siempre ponía al papá con los dos hijos porque, claro, solo tenemos tres asientos juntos. Y, luego, ponía a la mamá al otro lado del pasillo, para que pudiera sentarse sola y para que el papá tuviera que cuidar a los niños durante el vuelo.
El CojoNess ya imagino por dónde va... Ha visto feminismo y se le han encendido todas las alarmas machirulas. Gracias por evitar que leamos su mierda. Y muy sutil tu nick, ya q no tienes Cojo Ness para poner tu nombre real.
Trabajo en una industria donde predominan los hombres. No es inusual que los altos ejecutivos sean muy irrespetuosos o alcen la voz en las reuniones en la que no pueden salirse con la suya. Cada vez que esto ocurre, les digo: “Oh, creo que ahora mismo se encuentran muy susceptibles, deberíamos tomarnos un descanso de cinco minutos para darles tiempo a que recobren la compostura”.
A pesar de que, en los últimos años, los movimientos feministas han llamado mucho la atención en sitios como EE. UU. y Reino Unido, solo menos de 1 de cada 5 mujeres de estos lugares se llamaría “feminista”, según lo sugiere esta encuesta.
Puede ser que no sientan que el término se refiera a ellas, debido a los estereotipos y los conceptos erróneamente asociados con el feminismo (“las feministas no usan maquillaje, no se afeitan las piernas y odian a todos los muchachos”).
Pero Nyomi está contenta con la dirección en la que va el movimiento: cree que las feministas de hoy en día son más progresistas e interseccionales que antes. “Estoy muy impresionada con las jóvenes feministas de hoy”.
Pues, soy una mujer alta, mido cerca de 1,80 m. Si sé que estaré en una reunión con un hombre que intentará hablar por encima de mí, menospreciarme o hacerme sentir su autoridad, uso mis tacones más altos a propósito. Estos me dan una estatura de 1,90 m. y me permiten mirarlo desde arriba, para recordarle que no solo estoy a su nivel intelectual, sino que también podría pisarlo.
Con frecuencia, digo que los hombres no tienen brazos. Escuchen esto: Recientemente, estaba conversando con una compañera de trabajo, y me decía que quería que su hijo se casara con una mujer que pudiera cocinar. Le pregunté “¿por qué?” y me dijo: “Pues, él no puede cocinar”. Le respondí: “Oh, por Dios, ¿no tiene brazos?” y ella me dijo: “No, es que es hombre”. Entonces, le dije: “Pero tiene brazos”. Y, luego, me explicó que él dependería de que una mujer lo alimentara por el resto de su existencia, a pesar de que tenía dos brazos en perfectas condiciones. Así que, sí, los hombres no tienen brazos.
“A veces, la situación se siente muy desoladora ”, dijo Nyomi. “Pero creo que las redes sociales han logrado que se abran conversaciones que no teníamos en los medios masivos de hace una década”.
“El movimiento Me Too ha llevado a cambios reales en la industria (incluyendo arrestos). Escribí sobre “20 cosas que los hombres pueden hacer para ser mejores aliados de las mujeres”, y fue una de mis publicaciones más leídas de ese año. Sí, el cambio es lento, pero debemos tener la esperanza de que llegará y, mientras tanto, ¡seguir luchando!”.
Y ella no es la única optimista. Por ejemplo, más de ocho de cada diez estadounidenses que creen que el país todavía no les ha dado los mismos derechos a las mujeres que a los hombres han dicho que es muy probable (31%) o bastante probable (53%) que esto ocurra en el futuro. ¡Esperemos que así sea!
Cuando dirigía un colegio preescolar y algún niño se enfermaba y debía llamar a alguno de los padres para que lo recogiera, siempre llamaba al papá, tanto si se trataba de un hogar con dos padres o de una crianza compartida. La primera pregunta que me hacían era: “¿Ya llamaste a su mamá?”. Les respondía: “No, no lo he hecho. Pensé que podría llamarte primero. ¿Qué preferirías hacer? ¿Qué tan pronto puedes llegar aquí?”. La mayoría se enojaba o se molestaba por tener que interrumpir su trabajo y recoger al niño. Luego de hablar con los papás, siempre llamaba a las mamás y les dejaba saber que: “Tu niño está enfermo. Sin embargo, ya llamé al papá y lo recogerá pronto”. Las mamás, generalmente, se sorprendían y siempre me agradecían por no haber interrumpido su día de trabajo.
Cuando me acosan en la vía pública y me siento lo suficientemente segura como para hacerlo, les respondo de una de estas dos maneras. O miro mi teléfono y les digo qué hora es, para hacerles creer que pensé que me habían preguntado la hora, o les digo: “Lo siento, no tengo cambio”, para que crean que pensé que me habían pedido dinero.
Esta es mi actividad favorita. Cada vez que alguien se refiere a un hombre que fue un genio o uno de los mejores en su campo, le respondo: “OK, creo que lo entiendo. Era como Serena Williams, pero de los banqueros o financistas”, o cualquiera sea el campo. Y es todavía mejor si se trata de un atleta.
Hago esto todo el tiempo. Lo he hecho durante años. De hecho, a mi novio le molesta cada vez que salimos, porque no comprende por qué lo hago hasta que se lo explico. Jamás me hago a un lado. Prefiero dejar que un hombre se choque contra mí antes de moverme, ya que están muy acostumbrados a que nada los interrumpa y siguen avanzando hasta que se encuentran en mi camino. Simplemente, continúo caminando. Me han mirado por encima del hombro y más cosas similares, pero pienso: “Si tú no te mueves, yo no me moveré”. No me he apartado del camino de un hombre desde hace años.
Aprendí esto de mi hermano mayor, un abogado muy intimidante que ha sido mi héroe durante casi toda mi vida. Nos han enseñado que, como mujeres, cuando escuchamos a alguien, lo hacemos de forma activa, ¿verdad? Asentimos con la cabeza, levantamos las cejas, inclinamos la cabeza, demostramos que “soy cálida, abierta y receptiva”. La mejor medicina para cuando alguien se dirige a tí o te habla con desdén es dejar de hacerlo. Lo único que tienes que hacer para demostrarle a alguien que lo escuchas es mirarlo. Directamente a la cara. No le gustará, especialmente si no te mueves.
En reiteradas ocasiones me han pedido que tomara notas durante una reunión para poder distribuirlas luego. Ese no es mi trabajo. Así que comencé a no llevar nada a las reuniones: ni papel, ni bolígrafos, ni una computadora. Usualmente dejo mi teléfono en mi regazo, para que la gente no sepa que lo llevo conmigo. Y, luego, si necesito recordar algo o si hay alguna fecha importante, puedo usar mi teléfono para registrarlo. Pero no dejo que los demás me vean tomando notas en él. Y me he dado cuenta que los hombres no les piden a otros varones que tomen notas. Y parece que son totalmente capaces de recordar lo que ocurre en las reuniones.
No creo en la convivencia con hombres. Tengo una pareja maravillosa desde hace mucho tiempo, y podría decir que es una mejor persona que yo. No vivimos juntos, y jamás lo haremos. Intento hablar sobre esto cada vez que puedo porque quiero que las mujeres sepan que existen otras alternativas. No tienes que vivir con hombres. No tienes que hacerlo. Puedes tener maravillosas relaciones largas. Existen otras opciones. Todavía siento que contamos con demasiados condicionamientos patriarcales como para poder tener una situación doméstica balanceada. Creo que, usualmente, las mujeres salen perjudicadas cuando conviven con hombres.
Pues por eso, muchos ya hemos adoptado la liberadora filosofía MGTOW
Hay tres cosas que hago. Si un hombre me interrumpe, lo dejo hablar. Que termine lo que quiere decir. No lo interrumpo, porque no es cortés. Y, cuando termina, le digo: “Entonces, como decía…” y simplemente continúo, ya que mi punto todavía es válido. También lo hago cuando interrumpen a otra mujer, y digo: “Entonces, como decías…”. Otra cosa que hago es que no me aparto del camino de nadie. No son más dueños del mundo que yo. Continuaré caminando con los hombros en alto y la mirada al frente. Si se voltean para mirarme, ese es su problema. No me disculparé. Con lo último que hago, la sutileza se va por la ventana. Manejo todos los proyectos del hogar. Mi esposo solo levanta cosas pesadas y se ve lindo. Pero han habido muchas ocasiones en las que hemos trabajado con alguien, yo hacía las preguntas y la otra persona miraba a mi esposo, como si él estuviera hablando. Así que me paro enfrente de mi esposo hasta que hacen contacto visual conmigo y, luego, continúo hablando.
Cuando un hombre no es amable con alguien de mi gimnasio que no sea un hombre, comienzo a seguirlo y a hacer todo su entrenamiento. Pero añado entre 9 y 45 kilos a todo lo que hace. Además, me aseguro que sepa que puede dejar la barra cargada porque, probablemente, sólo entraré en calor con esa pesa, incluso si no tenía intenciones de hacer ese entrenamiento ese día. Si es grosero con alguna de mis compañeras, lo sigo y lo avergüenzo. Me alienta a esforzarme un poco más de lo que estoy acostumbrada. Y, además, me hace sentir mejor conmigo misma. Así que continúen haciéndolo.
La primera cosa que hago es que, cuando le escribo una carta a una pareja, siempre pongo el nombre de la mujer antes que el del hombre. Lo segundo es que, como soy maestra de música de escuela primaria, a veces necesito mover sillas o mesas en el salón de clases. Digo que necesito estudiantes fuertes para moverlas y siempre elijo un 50% o más de niñas, dado que las niñas también son fuertes.
Pues, trabajo en el mundo de los negocios, específicamente en una corporación estadounidense. Tengo un trabajo bastante intenso y trabajo con muchos hombres. Al crecer, mi papá, que trabajó en negocios, siempre me decía que tenía que tener un apretón de manos super firme. Noté, cuando empecé a trabajar, que los hombres siempre intentaban estrecharme la mano un poco más fuerte de lo que yo lo hacía, para ejercer un poco de dominación física sobre mí. Ahora, cada vez que le doy la mano a algún hombre que conozco en una reunión de negocios, un director ejecutivo o quién sea, le aprieto la mano por dos milisegundos para medir la fuerza con la que me presiona y, luego, aprieto un poco más de lo que él lo hace. Lo hago siempre.
Cada vez que lidio con hombres muy arrogantes o que se creen mucho más geniales e inteligentes que yo, cuento con dos tácticas. La primera surge cuando me cuentan EL dato: saben de qué hablo, todos los hombres arrogantes tienen EL dato. Me dice algo sobre música, sobre una película o sobre algo que saben que los hará sonar inteligentes y cultos. Cuando me lo dicen, les respondo: “¿Estás seguro de ello?”. Y me contestan: “Claro que estoy seguro, es decir, ¿por qué me lo preguntas?”. Y les digo: “Por ninguna razón, continúa. Está bien”. La segunda táctica es que, cada vez que me cuentan sobre una idea que sé que lo hace sentir más inteligente que los demás, les digo: “¿Le cuentas esto a la gente? Es decir… ¿lo dices con frecuencia?”.
Como camarera, tengo algunas jugadas guardadas bajo la manga. Una de mis favoritas es cuando un hombre pide una cerveza de forma agresiva y masculina. Existe una diferencia entre “Hola, ¿me das una Bud Light?” y “Sí, dame una cerveza y un vaso. Una Bud Light o lo que sea, pero no la pongas en el vaso. Yo la beberé”. Es algo presumido, ¿verdad? Entonces, cuando ese tipo de varón pide una bebida solo para probar que es un hombre, le respondo “Claro, te haré una bebida linda”, “Eres sofisticado, déjame agarrar eso por ti” o “Claro, cariño, aquí tienes”. O, si se trata de una Bud Light, les digo: “Claro, una cerveza de arroz, aquí tienes”. Los deja desconcertados, les diré eso.
Cada vez que una pareja casada compra o vende su casa, siempre hago que la esposa sea la primera en firmar.
Pero en las partidas de nacimiento, SEGUIRA FIGURANDO PRIMERO EL PADRE.
Cuando alguien me cuenta una historia que involucra a otra persona, siempre y cuando se trate de algo positivo, asumo que hablan sobre una mujer. Si un amigo mío dice: “Fui al hospital y me dieron muy buenas noticias”, le respondo: “Oh, ¿qué te dijo la doctora?”. O, si alguien dice: “Quien dirige la escuela de mi hijo hizo esta cosa increíble el otro día”, le contesto: “Oh, eso es maravilloso. Bien por ella”. Siempre asume que se trata de una mujer mientras sea algo positivo.
