20 Encuentros muy incómodos con celebridades que hicieron que la gente se arrepintiera
Si pudieran invitar a tres personas famosas a una cena en sus casas, ¿quiénes serían? ¿Sus músicos favoritos? ¿Un guerrero de la justicia social? ¿El autor de algún libro favorito o el actor que recuerdan como su primer amor de cuando eran pequeños? En este escenario de fantasía, probablemente imaginen que estas celebridades estarían encantadas de asistir a una velada en sus casas, todos se unirían por intereses en común y disfrutarían de copas de vino hasta altas horas de la noche metidos en conversaciones profundas y significativas. ¡Si los conocieran personalmente, estas estrellas los adorarían!
Por desgracia, encontrarse con un famoso en la vida real suele ser mucho menos mágico y mucho más incómodo y extraño de lo que se podría imaginar. Un curioso preguntó en Reddit: “¿Alguna vez han tenido un encontronazo con un famoso?”. Y cientos de personas contaron sus experiencias más decepcionantes y vergonzosas con las celebridades. A continuación, encontrarán muchas de estas historias que dan vergüenza ajena y que podrían recordarles que nunca deben poner a las personas en un pedestal. No olviden votar por las historias más divertidas y dolorosas, y dígannos en los comentarios si alguna vez han tenido un encuentro extraño con un famoso. Además, si quieren ver otro artículo de Bored Panda sobre experiencias similares, pueden encontrarlo aquí.
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Mi abuelo tenía una tienda de electrónica, y a menudo alquilaba equipos de sonido para conciertos. El manager de Prince entró a la tienda pidiendo, delante de toda la gente que estaba haciendo fila para ser atendidos, que lo ayudaran. Ese manager era muy molesto…
El manager: HOLA, ¿nadie me va a ayudar?
Mi abuelo: Hay mucha gente en la fila delante de usted.
El manager: Sí, bueno yo soy el representante de Prince.
Mi abuelo: Me da igual quien sea Prince, yo soy el rey de este lugar.
Fin.
Estuve en un acto de Obama en agosto de 2007. Estábamos en Florida, en un gimnasio pequeño. Habíamos estrechado la mano de Obama y hablamos un poco, y terminamos siguiéndolo hasta detrás de la valla. Luego nos abrazó y todo eso, pero a los de seguridad no les gustó nada y nos pidieron que nos fuéramos.
Obama se subió a las gradas para hacerse una foto con todos. Los de seguridad me empujaron para que me vaya hacia el otro lado de la valla (no era algo complicado, pero había mucha gente), y me caí hacia adelante.
Alcancé a agarrar lo primero que pude.
Era el trasero de Obama.
A él le pareció gracioso.
Mi abuelo una vez le dio un golpe a Andy Rooney para poder llevar a Judy Garland a una cita.
De verdad, le dio una paliza.
Solía administrar un local de Spencer’s Gifts en un centro comercial lujoso. Bam Margera y su equipo llegaron a la tienda un día de semana muy tranquilo. Uno de sus hombres me pidió que cerrara la tienda para que Bam pudiera comprar sin que lo molestaran (esto pasó sin que Bam lo escuchara). Le informé, amablemente, que no cerrábamos la tienda por nadie. Este hombre se puso a gritar y a amenazar con que llamaría a mis jefes y haría que me despidieran… y de verdad era una persona muy grande e intimidante. A los 20 segundos de esta situación, veo de repente que un puño sale de la nada y lo derriba. Había sido Bam, con mucha calma le dijo al hombre, que ahora estaba insultando y tratando de levantarse del piso, que se callara y esperara afuera. Luego se disculpó mientras el resto de su equipo se reía a carcajadas. Mi opinión sobre Bam cambió drásticamente ese día, de negativa a positiva.
Intercambié saliva con Bill Murray.
Cuando era pequeño fuimos a un partido de los St. Paul Saints. Por alguna razón que desconozco, Bill Murray estaba ahí con mucha prensa, y por casualidades de la vida, se cruzó con mi madre, que estaba sosteniéndome, y de una manera muy Bill Murray, me quitó el chupete de la boca y se lo metió en la suya. La prensa se rio y yo, enojado, se lo saqué de la boca y volví a meterlo en la mía.
¡Chan chan!
Hace años estuve en una convención en la que Adam West era uno de los invitados. Cuando volví a entrar, me di cuenta de que él se estaba yendo, así que le abrí la puerta.
“¡Que tenga una buena noche, señor West!”, le dije.
Se dio la vuelta, puso los ojos en blanco y dijo: “Sí, lo que sea”.
Esto me enojó mucho. Así que le respondí, sin pensarlo: “¡Wow, eres un idiota!”.
Se giró para mirarme y me dijo con esa voz de Adam West: “¡Vete al infierno!”.
Sí, Batman me dijo que me fuera al infierno.
Estaba trabajando en el departamento de arte para un video musical en el bar de Pete en Los Ángeles. El video era para su nueva banda de mier**. Decidió que sería una gran idea emborracharse en el set. Casi al final de la jornada de 18 horas, me puse a limpiar. Me ocupé de mis cosas y me puse a levantar los chicles y vidrios rotos en el agua estancada del fregadero del bar. Sí, chicles. La temática del video eran los chicles y él tiró una bolsa de 1 kilo de chicles sobre la cantante cuando yo ya le había indicado que le lanzara solo un puñado a ella y otro al público. Pete se tambaleo, me miró, miró el fregadero, miró mis manos con guantes y me dijo: “Esta cerveza no está lo suficientemente fría”. Procedió a tirar todo el contenido sobre mis manos y brazos (yo estaba tan sorprendido que no pude moverme). Lo miré con incredulidad. Se encogió de hombros y se fue.
En resumen: Pete Wentz me tiró la cerveza encima. A propósito, es un idiota.
No fue un gran enfrentamiento, pero sí fue algo gracioso. Mis padres estaban comprando en un supermercado en Los Ángeles cuando vieron a Tim Curry en la fila para una de las cajas. Estaban tratando de ver lo que él compraba (para contar historias al respecto más tarde), así que mi padre pasó por delante de su carrito, fingiendo que iba a devolver unas castañas o algo así. Miró a su carrito, y todo lo que tenía Tim Curry era una docena de cajas de bocadillos de cangrejo, nada más. Mi padre se dio la vuelta para contarle a mi madre y vio que Tim Curry estaba mirándolo fijamente, sin decir nada, solo mirándolo porque sabía la intención que tenía y no estaba de humor para eso. Así que mi padre, asustado, le dijo en voz alta: “Me encantan los mariscos” y volvió a caminar hacia mi madre. No dijo nada más hasta que salieron de la tienda.
¿Alguna vez han abierto una puerta en el momento exacto en el que otra persona estaba a punto de hacer lo mismo desde el otro lado y se han golpeado la cabeza? Mi madre le hizo esto a Leonard Nimoy.
John Williams casi me atropella cuando yo estaba cruzando la carretera para ir a un concierto de Boston Pops que él mismo dirigía.
Fue asombroso.
Mi madre estaba organizando una firma de libros para Bill Cosby, pero se equivocó en el horario y los fans llegaron 30 minutos antes. Cosby enloqueció y empezó a señalar a mi madre diciendo: “¡ESTA mujer de aquí lo arruinó todo! ¡Cúlpenla a ella por sus problemas!”.
No si fue tanto un conflicto o solo una persona grosera, pero una vez me encontré a David Hasselhoff en la playa de Rendodo cuando yo tenía unos 7-8 años (fue a mediados de los 90; además, mis padres, ignorantes de la cultura pop, fueron los que lo vieron así que se sabía que este hombre era alguien importante). Le pedí un autógrafo y, sin inmutarse o mirarme, me dijo: “Ahora estoy jugando con mis hijos, vete”.
Me quedé parado sin saber cómo reaccionar o qué hacer, y me miró con una cara rara como si acabara de oler la cosa más desagradable que pudiera llegar a las fosas nasales de un ser humano y me gritó: “¡Vete de aquí, infeliz!”.
Salí corriendo muy asustado.
Me crucé con Tom DeLonge de Blink 182 hace un par de años en un Starbucks. Lo reconocí y le dije: “¡Solía amar tu banda!”. Me miró y dijo: “¿Cómo que ‘solías’...?”. Y se marchó. Mi intención era hacerle un cumplido. Bueno…
Trabajé en un lugar de conciertos. Esto no fue una confrontación directa en sí, pero Dave Matthews es un idiota. Lo siento por quienes les gusta, pero sus conciertos son lo peor de la historia.
En primer lugar, es tan engreído que cuando se iba a la parte trasera del escenario, les decía a los supervisores del personal que cualquier miembro del staff que anduviera por allí debía mirar al suelo hasta que él terminara de pasar.
En segundo lugar, el sitio donde se hacía el concierto tenía pantallas grandes a los lados de los asientos para que la gente de atrás tuviera buena vista. Dave Matthews nos exigió que bloqueáramos esas pantallas porque no quería verse a sí mismo mientras cantaba.
En resumen, Dave Matthews es un idiota y un egoísta.
(Y no me hagan hablar de sus fans).
Hace unos cuatro años (yo tenía 16 años, mi hermana tenía la misma edad), mi familia estaba en O’Hare. Esperábamos un vuelo que estaba retrasado y se acercó un imbécil con un traje y con el pelo hacía atrás. Empezó a hacerse el rudo y a hablar en voz alta, gritando cosas al azar con sus amigos. En un momento, se calmó y luego intentó mirar por debajo de la camisa de mi hermana. Cuando lo ví, grité: “¡EY!”. Me miró, se encogió de hombros y se fue.
Luego, cuando estaba en el avión descubrí que era Shia Labeouf. Qué idiota.
En resumen, Shia Labeouf le miró los pechos a mi hermana, que era menor de edad.
Estaba atendiendo las mesas de un buen restaurante cuando llegó Pauley Shore y se sentó en mi zona con su séquito. Lo atendí y en un momento dado derramé mostaza sobre la mesa y Pauley dijo: “Amigooo. Tiraste la mostazaaaa”. Y sí, él estaba drogado hasta la médula.
En Filadelfia, fui mensajero durante el rodaje de “El vengador”.
Parte del trabajo consistía en entregar/buscar documentos en el ayuntamiento, donde se desarrollaba la mayor parte del rodaje.
Un día, salí del ascensor con mucha prisa y me encontré con una multitud de gente. Me di cuenta de que era porque Jamie Foxx y su gente estaban esperando para subir, intentando apartar a los fans. Así que al final, en mi estado de apuro, terminé chocando con él y gritando: “¡Fuera de mi camino, Jamie Foxx!”. Recibí miradas incómodas de la mayoría de las personas que estaban ahí… supongo que me tomé mi trabajo muy en serio…
No solo fue una confrontación incómoda, sino que de los momentos más traumáticos de mi vida.
Una mañana llegué tarde al trabajo en Boston porque, obviamente, primero tenía que pasar por un Dunkin Donuts. Estaba en la fila debatiendo sobre los sándwiches junto a un tipo que había entrado por una puerta del otro lado de la tienda. Se abrió una caja y me ofrecí a dejarlo pasar primero. Me contestó: “¡No, después de ti!”. Yo seguí insistiendo, así que le dije: “De verdad, por favor, adelante, no sé qué…”. Y me respondió: “¡YA TE DIJE QUE PASARAS!” Y en ese momento me di cuenta de que era Gary Busey. Fue aterrador que alguien me gritara así, pero si sabes quién es, ya se pueden imaginar las pesadillas que tuve después.
Estaba trabajando en una cafetería en Nueva York, entró Jesse Camp y preguntó si podía usar el baño. Le dije: “Sí, pero tienes que comprar un café”, y me dijo: “¿No sabes quién soy?”, le dije que comprara un café o que se fuera. Se fue y el dueño me dio una palmada en la espalda.
Odiaba a ese hombre.
Terminé en un concurso de miradas con el cantante de Mudvayne, Chad Grey.
Estábamos en un bar de Portland, Oregón. Lo miré, él me miró e hizo eso de abrir mucho los ojos y mirar fijamente. Me saqué las gafas y lo miré como un perro rabioso. Él apretó los dientes y yo hice una mueca de dolor. Luego, ambos asentimos y volvimos a nuestros asuntos.
