Los profesores de Reddit están compartiendo historias de alumnos que nunca olvidarán -los buenos, los malos y los raros- en un hilo de AskReddit que ya es viral.
Como ex profesor, puedo asegurar que todos y cada uno de los profesores, independientemente de la disciplina y la institución, tienen historias de ese estudiante que nunca olvidarán por cualquier razón. Algunas historias son tristes, otras alegres y otras, como mÃnimo, extrañas y aleatorias, pero se nos quedan grabadas en la cabeza durante décadas.
Pues bien, Reddit ha retomado este tema con el usuario u/Jade-Spade pidiendo a la comunidad de profesores que compartan los alumnos que nunca olvidarán.
Créditos de la imagen: xMizLitx
Miles de profesores respondieron y no fueron historias individuales, sino que muchos salieron con múltiples historias de los mismos o diferentes estudiantes, haciendo que el hilo se volviera viral con más de 33.000 votos.
Bored Panda ha reunido algunas de las mejores historias que puedes encontrar a continuación. Y ya que estás, ¿por qué no votar y comentar las que más te han gustado? Ah, y si eres profesor, no dudes en compartir tus propias historias de estudiantes en la sección de comentarios más abajo.
Más información: Reddit
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Tuve un chico de 16 años, adicto total. Alcohólico, metanfetamina, pastillas, heroÃna. Una infancia realmente dura. Empezó a fumar crack con su padre a los 13 años, su padrastro se suicidó delante de él a los 14 años, una cantidad inimaginable de mi*rda por medio.
VenÃa a la escuela drogado o borracho y lo mandábamos a casa. Buen chico, siempre respetuoso y simplemente tenÃa "un alma buena".
Un dÃa estaba hecho un asco y lo saqué de la clase. Le dije que le querÃa y que estaba preocupado y que si seguÃa asà lo más probable es que estuviera muerto a los 30 años. Se asustó y corrió al despacho del director y se quejó de que le acababa de decir que le querÃa y se preocupaba por él. El director dijo: "Bueno, tal vez él te quiera y se preocupe por ti".
Lo echamos de la escuela después de tener que hacerlo.
Se puso sobrio. Volvió a buscarme. Me agarró y empezó a sollozar. Me dijo que cuando le dije que le querÃa era la primera vez que un adulto se lo decÃa y se lo creyó.
Ha permanecido sobrio durante años, fue a la universidad y ahora le va muy bien como enfermero.
He tenido muchos alumnos que siguen ocupando un lugar importante en mi corazón. Algunos son tristes, como la chica cuya madre empezó a golpearla durante una reunión de padres. Me puse a llorar y le rogué a la madre que parara.
El estudiante que no tenÃa agua ni electricidad en su casa, pero le permitimos ducharse en la escuela y lavamos su ropa.
El alumno que vio cómo su madre asesinaba a sus abuelos y escribió sobre ello en una redacción para mi clase.
El alumno que nunca habÃa estado en un lago al que llevamos de acampada. Estaba muy emocionado pero no sabÃa nadar. Asà que se metió en el agua hasta el cuello y sonrió. Encantador.
La niña con una ansiedad terrible con la que me sentaba durante horas después del colegio para trabajar en las tareas escolares, no porque no fuera inteligente, sino porque le angustiaba mucho no ser perfecta.
La niña a la que un perro mutiló, lo que le estropeó la cara, pero siempre sonreÃa.
La niña cuyo padre la traÃa todos los dÃas tarde a la escuela y que finalmente se derrumbó y me dijo que su padre la violaba todos los dÃas cuando la madre se iba a trabajar.
Los refugiados vietnamitas y camboyanos que inundaron mi escuela después de la guerra. Uno escribió una redacción sobre cómo corrÃa hacia un barco y veÃa cómo disparaban a su abuelo, pero tenÃa que seguir corriendo.
El chico brasileño que se levantó en clase y consiguió que me pusiera a bailar con él mientras todos reÃamos alegremente.
El grupo de alumnos al que llevé fuera durante su primera tormenta de nieve. El asombro en sus caras no tiene precio.
La alumna que me encontró en Facebook después de 20 años para decirme que habÃa marcado la diferencia en su vida. Vino a mi estado y me llevó a cenar y me dijo que yo estaba ahà para ella cuando su vida en casa era terrible. No tenÃa ni idea. Soy amable con todo el mundo.
Tengo un millón de historias más. He querido a todos los alumnos y poder enseñar ha sido un honor.
Tuve un alumno que era muy bueno, siempre agradable, ayudaba a los demás, etc.
Una tarde tuve que volver corriendo a la escuela para recoger mi coche ya que habÃa salido con unos compañeros instructores. Cuando me disponÃa a salir me di cuenta de que habÃa actividad cerca de los contenedores de basura y le vi rebuscando en ellos sacando restos de comida de la cafeterÃa. Mi corazón se hundió unos 30 metros. No sabÃa qué hacer: si me acercaba a él, sabrÃa que lo sabÃa y no sabÃa cómo reaccionarÃa.
Hablé con un colega mÃo que conocÃa a un trabajador social. La familia habÃa sufrido la pérdida de su padre hace unos dos años, y ahora su madre estaba luchando contra el cáncer. Decir que pendÃan de un hilo serÃa quedarse corto.
SabÃamos que tenÃamos que hacer algo. Asà que esperamos una tarde y, efectivamente, volvió. Estaba asustado, avergonzado, llorando, enfadado... todas las emociones que se puedan imaginar. No le culpo. Le llevamos a su casa y su madre también estaba emocionada. Pedimos comida caliente y un colega fue a buscarla, y todos pasamos muchas horas esa noche hablando y asegurándoles que estábamos allà para ayudar.
Trabajando con los recursos locales, les conseguimos la ayuda que necesitaban. Comida, asistencia médica e incluso voluntarios locales que vinieron a ayudarles en algunas tareas de la casa.
La madre mejoró, afortunadamente, y el joven brillante continuó con sus estudios y consiguió una beca para la universidad cuando se graduó unos años más tarde.
Eso fue hace 20 años. Hoy, ese joven brillante trabaja como ingeniero mecánico y sigue siendo tan generoso y considerado como siempre. Su madre, lamentablemente, falleció hace unos 10 años. Los tres "antiguos profesores" de aquella noche fueron al funeral.
Estoy muy orgulloso de él. Seguimos en contacto y nos visitamos a menudo.
Doy clases en una prisión.
El primer recluso que se graduó bajo mi tutela lloró cuando miró su diploma. Era el primero de toda su familia en graduarse. Fue todo un logro y me conmovió mucho.
Un joven maravilloso que murió en un accidente de coche a principios de junio de 2020. Estaba en el 11º grado.
Lo tomé bajo mi ala en el noveno grado. Trabajé en su comportamiento impulsivo, en su lenguaje colorido, en el control de la ira y en sus cuestionables elecciones de vida. En el décimo grado, era el mentor de los nuevos alumnos de noveno grado que tenÃan problemas similares a los suyos. En el 11º grado, era un lÃder en la escuela, se ofrecÃa como voluntario, se unÃa a la comunidad de las artes y tenÃa dos trabajos después de la escuela.
Nos dábamos la mano todos los dÃas, me traÃa café, su último mensaje decÃa: "La vida es bella, viejo" y recientemente me habÃa dicho que deseaba que yo fuera su padre.
No llevaba el cinturón de seguridad cuando volvÃa a casa de uno de esos trabajos. Murió en el acto tras salir despedido de un coche en el que iba de pasajero. Mi viaje de ida y vuelta al trabajo pasa por el lugar exacto en el que murió.
Te echo de menos, Edward.
Hace un par de años era instructor de deportes acuáticos y enseñaba a la gente a hacer kayak y canotaje.
HabÃa un grupo de refugiados, todos menores de entre 11 y 17 años, que acudieron a nosotros a través de una organización benéfica que les ayudaba a conseguir asilo en mi paÃs (Reino Unido).
Todos ellos habÃan cruzado el canal en una balsa o bote literalmente 2 dÃas antes, y por alguna maldita razón la organización benéfica habÃa decidido que era un buen momento para llevarlos en canoa. No se puede inventar esta mierda.
HabÃa un chico de Sudán del Sur, de 15 años, que era un auténtico monstruo. Hablamos de más de 1,80 metros y de unos 95 kilos. Estaba cubierto de cicatrices, algunas de ellas rituales, le faltaban dientes y, en general, parecÃa haber pasado por el infierno muchas veces.
Le aterrorizaba el agua. Le llevé en mi barco, con calma, y una vez que se sintió cómodo, le puse un timón de popa y le dejé que nos impulsara por el agua.
A él y a los otros niños les encantó. Tuvimos algunas lágrimas al principio, imagino que habÃa mucho estrés postraumático a juzgar por el estado de algunos de estos pobres niños.
Al final de la sesión, este monstruo gigante de niño se acercó a mà con una enorme sonrisa dentada, dijo en un inglés roto "gracias lÃder" y me dio un abrazo de oso que nunca olvidaré.
Hasta el dÃa de hoy, 4 años después, todavÃa recuerdo esa sonrisa.
Enseño inglés como lengua extranjera y tenÃa una clase de estudiantes de secundaria que tenÃan que utilizar palabras secuenciales (First, Next, Then, etc.) para describir la fabricación de algo como parte de su examen de fin de curso. La mayorÃa de los estudiantes utilizaron el ejemplo presentado en el libro sobre cómo hacer un sándwich. Algunos fueron creativos y escribieron sobre cómo hacer una hamburguesa en su lugar. Un chico levantó la mano y preguntó si podÃa escribir sobre un juego de ordenador. "Mientras sigas las instrucciones, no me importa".
Diez minutos después, pidió una hoja en blanco. Mientras que todos los demás respondieron a la pregunta con cuatro o cinco frases cortas, este estudiante en particular escribió dos páginas y media sobre cómo hacer una casa en MineCraft: crear herramientas, ensamblar materiales, evitar enemigos, etc. Una de las cosas más impresionantes que he visto en estudiantes de ese nivel.
Instructor de baile. A una estudiante le extirparon un hemisferio del cerebro cuando era niña y quedó paralizada de un lado. Dijo que querÃa bailar porque querÃa que la gente viera que no se avergonzaba de su cuerpo. Después de meses y meses, por fin consiguió dar una vuelta. El otro instructor lloró, yo lloré, ella lloró. Fue increÃble.
No soy profesor, pero en mi clase de matemáticas de 5º grado, cuando mi profesora me llamó por mi nombre el primer dÃa de clase, hizo una pausa, se bajó las gafas y me preguntó: "¿eres el hijo de (el nombre de mi tÃo)?". Le dije que no. Y ella dio un enorme suspiro de alivio y dijo "oh, gracias a Dios". Esto fue más de 20 años después de que tuviera a mi tÃo como alumno.
Se lo conté a mi padre más tarde ese mismo dÃa y se rió y dijo que mi tÃo era todo un terror en la escuela primaria.
Este enorme alumno de octavo grado llamado Earl que querÃa que todo el mundo pensara que era un malote y se metÃa en bastantes problemas, pero en realidad le encantaban las matemáticas. Un dÃa hizo un examen en clase y me rogó después que le dejara repetirlo porque creÃa que no lo habÃa hecho bien. Lo califiqué y sacó el 100%, asà que llamé a su madre para darle la noticia y se notaba que era la primera llamada positiva que recibÃa sobre su hijo.
La que me dijo: "me haces pensar de verdad". Hasta hoy somos amigos y tenemos las mejores conversaciones. Es el mayor cumplido para un profesor.
Hace años enseñé escultura y creación de máscaras en un campamento de verano de arte. Uno de los proyectos consistÃa en dibujar una criatura y luego tallar una versión en 3D de un bloque de espuma para pintarla y decorarla. Todos los alumnos lo hicieron bien. Excepto uno, un niño de unos 9 años, que no lo consiguió. Me senté con él y lo repasé muchas veces. No entendÃa el concepto de 3 dimensiones, del tipo "¿qué aspecto tendrÃa esta vista lateral como vista superior?" Después de un buen rato, mi ayudante, una mujer de unos 30 años, me llevó aparte y me señaló todos los indicadores de que el niño tenÃa el sÃndrome de alcoholismo fetal. Yo no tenÃa ni idea. Nunca olvidaré su cara de confusión y de no entender nada. Y mi frustración al ver que alguien no podÃa pensar en 3D. Ahora intento ser más comprensiva, simpática y paciente.
Una de mis alumnas me dijo que de pequeña querÃa ser una fresa de mayor y luego lloró cuando se dio cuenta de que no podÃa porque era un ser humano. Una chica muy dulce.
Nunca olvidaré a Michael. Llegó de otro paÃs a los 2 años. Tardó meses en abrirse a mÃ, pero tuve paciencia con él y valió la pena. TenÃamos un vÃnculo inquebrantable. HacÃamos proyectos artÃsticos juntos, jugábamos, aprendà su lengua materna para poder comunicarme mejor con él. Él abrió un nuevo nivel de amor y alegrÃa en mi vida
Un alumno me dijo: "Si las vacas tienen boca, ¿por qué no tienen manos?". Matthew, nunca olvidaré ese comentario por el resto de mi vida.
El año pasado, en mi curso de ciencias de la escuela secundaria, un joven (de unos 16 años) peló una tira de metal de una regla y procedió a introducir cada extremo en una toma de corriente y a electrocutarse. Vi las chispas por el rabillo del ojo y él se levantó de un salto y su brazo tenÃa un dolor importante. Dijo que lo hizo porque querÃa ver qué pasaba. Método cientÃfico en acción, supongo. Nunca olvidaré a ese imbécil.
Estudiante profesor aquÃ. Ayer tuve un mal dÃa con un par de estudiantes que hicieron su misión personal de hacer mi vida un infierno. Hoy, mis alumnos de séptimo grado me han alegrado el dÃa. Apenas habÃa empezado la clase y ya se estaban reuniendo a mi alrededor, siendo curiosos con mucha energÃa positiva y básicamente sólo querÃan estar cerca y hablar. Hemos tenido una clase estupenda y el ambiente ha sido increÃble. Ahora estoy sentada en casa en mi silla con una sonrisa en la cara. Quiero recordar esta sensación para siempre.
Enseñando inglés en Taiwán bromeé con un joven estudiante y le dije que tenÃa hambre. Como no sabÃa que yo hablaba chino, me respondió "¡chi da-bien!". Que se traduce como "come mierda".
El que plagió un trabajo tan mal que coincidió al 100% con un software de detección de plagio, no respondió a un correo electrónico en el que les dije que tenÃan un cero en la tarea y lo grave que era esto, y luego tuvo la audacia de enviarme otro correo electrónico pidiendo un crédito extra que ya se habÃa concedido a los que lo obtuvieron. La cabeza me daba vueltas después de eso.
Una niña de quinto grado se unió a mi clase y en su primer dÃa - después de que todos los demás se habÃan ido - se acercó a mà y deslizó un pedazo de papel doblado en mi escritorio.
"Profesor, este es mi número de teléfono. Llámeme cuando quiera".