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A principios de Enero, me encontré en una situación en la que hacía 2 años que no me encontraba. Tras un periodo de declive de mi salud mental, me sentí muy mal.

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Me di cuenta de que iba a peor y busqué ayuda de equipos de salud mental. Tras un tiempo, determinaron que no era seguro que me quedara en casa. Mi pareja y yo esperamos un tiempo a que el equipo de crisis me encontrara una cama. En un par de horas me llamaron para decirme que me ingresarían en la unidad de salud mental del hospital de la zona.

Tuve suerte, a veces es muy difícil encontrar una cama. También tuve suerte de que mi estancia fuera corta y ya estoy en casa, esperando apoyo de la comunidad de salud mental.

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Pensé en compartir mi experiencia con vosotros para romper el estigma y que la gente sepa lo que es. El hospital no suele ser tan malo como lo pintan en las películas. Quiero enviar un mensaje de que no pasa nada por necesitar ayuda extra a veces.

Mi esperanza es que al leer esto, la gente se animará a hablar en alto de sus circunstancias.

Esta es la habitación que me dieron, que en realidad era muy cómoda. Hacía un poco demasiado calor, porque no podía apagar el radiador y la ventana apenas se abría, por razones de seguridad.

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Era una habitación básica con mucho espacio, probablemente demasiado para mi, pero la intención es que fuera accesible con silla de ruedas. Intentaron poner una frase inspiradora en la pared, pero se había despegado.

¿Veis los enchufes? Pensaba que eran redundantes, ya que no nos permitían tener cables, por el riesgo de electrocución. En realidad son para el servicio de limpieza. No hay muchos sitios en los que enganchar nada, ni siquiera los baños tienen un asiento normal.

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Esto es lo que veo en el pasillo fuera de mi cuarto. Hay un pequeño patio al que salir durante el día.

A la izquierda está la oficina de la enfermera, y luego, la puerta al mundo exterior. Yo estaba en un ala cerrada, así que aunque fuera un paciente informal, no podía salir sin que me viera un médico.

Hay que tener cuidado, porque si intentas irte por ahí, he oído historias de gente retenida contra su voluntad, por su propia seguridad. Esto no debería pasar si demuestras que es seguro que te den el alta. Pero tienes que esperar a hablar con el médico.

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El otro lado del pasillo. Tras esa ventana de plástico cubierta de dibujos, está el comedor. Está abierto durante la mayor parte del día. Hay mesas donde paso mucho tiempo coloreando y hablando con otros pacientes.

No sé si se ve, pero en la esquina superior derecha hay un pequeño espejo. Es para que las enfermeras vean quién viene por la esquina, una medida de seguridad para ellas, aunque yo lo usaba para ver si la cola para la medicación era muy larga, desde mi puerta.

Esta es una pequeña parte de la sala de día, donde venimos a ver la tele. Es muy grande, pero no quería sacar fotos de los demás, porque es ilegal y merecen privacidad

La caja donde está metida la tele es terrible. Perdieron el mando a distancia, así que el único método de cambiar de canal era encontrar a alguien con los brazos largos.

Vuelta a mi habitación. Esto es lo más parecido a mi guardarropa, donde guardo mis cosas.

No sé qué es exactamente lo de la izquierda, porque no se puede colgar nada, de nuevo previniendo riesgos.

Pasé mucho tiempo reorganizándolo cuando me aburría. No había muchas actividades. Probablemente porque era un ala para estancias cortas y los recortes de presupuesto se han notado.

Esto es lo que te proporciona el hospital: Un pijama, champú, gel de ducha, una pelota antiestrés y una bolsa de lavanda de la mujer de relajación (una de las pocas actividades que quedaban).

También te dan un plan de cuidados que rellenar, útil para evaluar mis progresos. A mi me ayudó a involucrarme.

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Yo siempre me traigo mi propio neceser. Si eres una mujer, tienes que traerte tus productos sanitarios, ya que no te los dan en la mayoría de sitios (gracias a los recortes). No permiten sprays, así que el desodorante es de rolón.

Me traje entretenimiento porque he sido paciente las bastantes veces para saber lo aburrido que puede ser.

Siempre me traigo un diccionario, un libro en el que perderme y un diario. El diario me ayuda a entender exactamente mis emociones y progresos. No te permiten tener un bolígrafo sin supervisión en todos lados, pero aquí eran más flexibles.

La cosa verde se llama tangle, es para moverlo con las manos, ayuda contra la ansiedad.

El tercer día tuve cita con el psiquiatra y no fue bien. Me parecía que no escuchaba nada de lo que decía y me enfadé. Terminé saliendo de la habitación dando un portazo. Pasé el resto de la tarde llorando.

Cuando una de las enfermeras vino a verme, me quitó los cordones. Creo que pensó que podría usarlos para ahorcarme. El resto de la semana me sentí ridicula, pero no se me salieron las zapatillas.

Aquí hay cosas artísticas. El de la izquierda solo lo coloreé. Lo de enmedio es mi creación. El murciélago fue un regalo de una chica, que dibujaba las cosas favoritas de la gente para animarlos.

La mayoría de los demás pacientes eran encantadores y te daban su apoyo. Lo mismo con el personal, cuyo mayor crimen probablemente era que trabajaban demasiado y estaban cansados. Había una enfermera que llevaba 5 turnos largos seguidos.

Este dibujo está basado en un delirio que tengo a veces sobre seres de la 4ª dimensión que vigilan lo que hago como si fuera un sujeto de un experimento.

Normalmente me ocurre cuando estoy bajo mucho estrés. Esta no es la razón por la que estaba en el hospital. Se me diagnosticó con Trastorno de la personalidad Borderline, me encontraba en un periodo de depresión profunda y había intentado suicidarme activamente.

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Ahora me siento mucho mejor y espero volver al trabajo en unas semanas.

Quería que la gente viera cómo es cuando te ingresan en una unidad de salud mental, para que no se sientan avergonzados quienes necesiten hablar de ello.

Me alegro de que otros me apoyaran para buscar ayuda en esos momentos desesperados y me siento agradecida de estar aún aquí.