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En mi infancia en Australia, hubo un verano particularmente memorable. Una plaga de insectos de proporciones bíblicas llegó a mi pequeña ciudad, y los grillos estaban por doquier. Mis amigos y yo los cazábamos y se los dábamos a los lagartos de lengua azul  que vivían cerca de las casas, esperando que crecieran mucho hasta ser como Godzilla.

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Por desgracia, solo sirvió para que se volvieran gordos y perezosos, pero eso sí, les encantaban los grillos. Por eso, cuando el reportero del Washington Post, Christopher Ingraham, y su familia adoptaron un lagarto barbudo, lo primero que hizo fue encargar un cargamento de grillos vivos. Pronto llegaron gracias a FedEx, y a causa de su falta de experiencia con ellos, desató su propia plaga en el hogar familiar, dejando a su esposa desesperada y a sus seguidores de Twitter llorando de la risa. Aquí debajo puedes leer la catástrofe de los grillos y decirnos qué te parece.

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Image credits: jalexartis 

Image credits: _cingraham

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Esto era un problema. No tenía un modo inmediato de transferir 250 grillos hambrientos y muy activos desde la caja al contenedor de plástico donde solemos tenerlos. La única solución sería coger el acuario viejo del cobertizo, que está apartado, cruzando toda la nieve a temperaturas heladoras. En mi mesa tenía a punto de terminar una historia que le debía a mi editor. En vez de malgastar mi jornada laboral por unos grillos que me costaron 11,50$ en internet, decidí cerrar la caja y dejarla en un lugar seguro hasta que tuviera tiempo para ella.»

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Image credits: _cingraham

«Aparte de mi esposa y yo, en nuestra casa viven nuestros gemelos de 5 años, un bebé de 1 año, 3 gatos enormes, un perro y un lagarto. Solo había un lugar donde dejar la caja sin que sufriera a causa de un niño o un animal. El baño junto a la cocina. Puse la caja en el armario encima del retrete y volví al trabajo. Durante 20 minutos, reinó la paz.»

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Image credits: fotologic

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Image credits: Christopher Ingraham

Nuestro lagarto se llama Holly y le encanta comer grillos (unos 10 al día, aparte del resto de su dieta. Mi esposa me dijo que se había dado cuenta de que algo iba mal cuando uno de los gatos saltó sobre un pastel de calabaza que se estaba enfriando en la encimera, intentando cazar a un grillo bien gordo que estaba mordisqueando el pastel. Me alegra informar que aún sigo vivo. El lagarto está bien alimentado. Los gatos duermen y el hogar Ingraham está tranquilo. Pero se oye un cri-cri desde el cuarto de baño.»

A la gente le encantó la historia:

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Esto dijo la gente sobre el divertido incidente: