“Fue el karma por haber fingido estar enfermo”: 20 historias de consecuencias inesperadas
“Todas las acciones generan una reacción igual y otra opuesta”. Cada vez que hacemos algo, tenemos una vaga idea de lo que ocurrirá después y solemos prepararnos para algunos posibles resultados.
Pero, las cosas no siempre salen como lo esperamos.
La tercera ley de Newton explica la física del principio de acción y reacción, pero también existe la menos conocida “ley de las consecuencias no deseadas”, que aparece en nuestras vidas cotidianamente.
Puede que llamaran al trabajo y fingieran estar enfermos, pensando que lo peor que podría pasarles sería un reto de su jefe; pero, ¿esperaban que sus compañeros se enfermaran de verdad y, luego, los culparan a ustedes de ello?
Estas reacciones sorpresivas son pequeñas, pero las notamos: son una cadena de eventos que parecen imposibles de predecir.
En Reddit, se compartieron historias sobre extraños momentos de causa y efectos así, que demostraron que incluso las acciones más simples pueden llevar a los resultados más inesperados.

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En Japón, 30 ardillas se escaparon del zoológico luego de una tormenta.
En un esfuerzo por localizarlas, colocaron trampas para capturarlas.
Luego, en los diarios, decía: “Gran éxito: fueron capturadas 38 de las 30 ardillas perdidas”.
Necesitaba un día libre en el trabajo, así que afirmé que me había intoxicado en una cena con mis colegas la noche anterior. Para que la mentira no me perjudicara, tuve que sostenerla y le dije lo mismo a cualquiera que me lo preguntara, incluidos esos colegas. Cuando envié un correo electrónico al trabajo explicando por qué no había ido, casi la mitad de las personas con las que cené dijeron que también se sentían mal y que no deberíamos volver a ir a ese restaurante. Dos de ellos incluso se fueron a casa esa tarde por malestar estomacal. Yo no me sentía mal ni había nada malo en la comida.
La causa y efecto no es una idea abstracta: existen investigaciones detrás de por qué una acción pequeña podría tener grandes efectos inesperados.
El estudio del sociólogo Robert Merton sobre consecuencias no esperadas puede ayudar a explicar por qué estas historias de todos los días tienen tanto sentido.
Él cree que las acciones suelen tener resultados que no esperamos y que las causas suelen ser factores como la ignorancia, el error o el interés por uno mismo.
Por ejemplo, a veces, girar en sentido equivocado en la carretera o llegar tarde al trabajo puede salvarnos la vida cuando, más tarde, nos enteramos de que hubo un accidente en nuestra ruta usual.
Mi padre trabajó en un laboratorio en Alemania durante un año mientras iba a la universidad y ayudó a escribir un artículo para una revista científica alemana. Cuando, más adelante, regresó a EE.UU., tomó un curso de terminología médica en alemán para obtener créditos fáciles. En el examen final, tuvieron que traducir algunos artículos extranjeros... Uno de ellos era el artículo del cual había sido coautor.
Algunos efectos pueden ser positivos, pero, a veces, un pequeño error también puede provocar grandes contratiempos, como quedarse dormido porque la alarma no sonó y perderse una reunión importante.
Los expertos creen que ni siquiera una planificación adecuada, en la que se evalúa todo tipo de riesgos, puede prever todos los resultados posibles. Siempre existen variables ocultas y caminos impredecibles, que se denominan "incógnitas desconocidas".
Por ejemplo, incluso saliendo de casa a la hora habitual de todos los días, un tránsito lento puede ralentizar tu ruta y, eventualmente, hacer que llegues tarde al trabajo.
Este tipo de eventos suelen llamarse "cisnes negros": eventos que son impredecibles “porque están fuera de la experiencia usual”.
Hace algunos años, en Phoenix, una mujer le robó la cartera a otra de su carrito de compras. Durante la siguiente media hora, esa mujer comenzó a utilizar la tarjeta de crédito en un centro de compras cercano. Mientras todavía iba de tienda en tienda, la interceptaron agentes y policías. Resulta que la mujer a quien le había robado se encontraba en la lista de los más buscados del FBI. No solo la ladrona fue arrestada de forma grandiosa, sino que la información de los objetos robados permitió capturar a la fugitiva ese día.
Algunas de estas historias también pueden explicarse mediante la teoría del caos, que afirma que incluso las causas pequeñas pueden desencadenar una reacción en cadena.
Un ejemplo popular es la plastilina Play-Doh. Fue fabricada por una empresa de jabón en la década de 1930 y originalmente se creó para limpiar el polvo de carbón de la pared. Pero, los niños la convirtieron en un juguete creativo, lo que finalmente obligó a la empresa a venderla. Ahora, millones de niños de todo el mundo la utilizan. El fabricante probablemente imaginó cientos de maneras de usar el material, pero nunca esa.
La teoría del caos, básicamente, nos recuerda que siempre debemos esperar lo inesperado, incluso en situaciones simples o predecibles. Existen muchas variables en juego: es imposible saber con certeza cómo resultarán las cosas y la vida está llena de sorpresas.
Mi cuñado fue a comprar cerveza a la tienda. Encontró una caja de cervezas y la llevó al mostrador. Él parece joven, así que le pidieron su identificación. El cajero le devolvió la tarjeta y le dijo: "27". Mi cuñado respondió: "No, 25". El cajero cambió el precio a $25. Mi cuñado creyó que el cajero le preguntaba su edad y lo corrigió. Y el cajero pensó que mi cuñado estaba corrigiendo el precio. Lo dijo con tanta seguridad que el cajero le hizo el descuento sin decir nada más. :D
Estaba en la secundaria, y llamé al trabajo para decir que estaba enfermo. Cuando volví a ver a la gerente, me comentó que había tenido que tomarse 3 días libres y me culpó por haberla enfermado… Yo había mentido, inventé todos los síntomas.
Un día, en la secundaria, la maestra se enfermó, así que enviaron un suplente. Era evidente que tenía un fuerte estrabismo.
En un momento, paró la clase y dijo: “¡Tú! Tira a la basura esa goma de mascar”.
CUATRO estudiantes se pusieron de pie para hacerlo.
Algo similar a esto me pasó en mi primer año de universidad. Después de un trabajo escrito en la clase de literatura, el profesor entró y les dio la espalda a todos los estudiantes. Afirmó que alguien de la clase se había copiado descaradamente y exigió que, después, esa persona se reuniera con él en su oficina para hablar del asunto. Si esa persona aparecía, sería indulgente con el castigo. Noté que todos abrían los ojos como platos y se miraban fijamente. Sabía que yo no me había copiado, así que, después de clase, recogí mis cosas y me fui. Al pasar por la oficina del profesor, vi que había una fila de 20 estudiantes esperando para verlo.
En Oslo, Noruega, no hay nada que te impida subirte a un autobús o a un tren sin un boleto. Sin embargo, hay frecuentes controles.
Así que, un día, yendo al trabajo en autobús, la conductora anunció por los parlantes que, como era Navidad, controlarían los boletos 3 estaciones más adelante.
Cerca de la mitad de los pasajeros se bajaron en la siguiente estación.
Cuando comenzó a conducir de nuevo, anunció que, en realidad, no habría controles, y nos agradeció por haber pagado nuestros boletos.
Una chica con la que salía me dijo que estaba embarazada de mí. Le dije que era infértil (no lo soy), por lo que no podía ser mío. Admitió que también se acostaba con otros chicos y resultó que, en realidad, no estaba embarazada, solo intentaba tenderle una trampa a alguien.
La vi en el centro comercial un año después con quien supongo que era uno de esos otros chicos y un bebé recién nacido... Pobre tipo.
Estaba en séptimo grado. Fingí estar enfermo para no ir a la escuela y mi mamá me dio una pastilla de ibuprofeno. Resulta que me había vuelto alérgico a esa pastilla (y a cualquier ibuprofeno), y se me hinchó la cara y la garganta. Mi mamá estaba fuera y no pudo regresar a casa, así que mi vecino tuvo que llevarme al hospital para que me inyectaran benadryl. Eso fue muy agradable.
¿Fue el karma por haber fingido estar enfermo? Quizás. ¿Lo volví a hacer en la secundaria? Pueden apostar a que sí.
Me pasó algo similar: Estaba en un examen teórico de ingeniería eléctrica crucial para mi carrera. Casi todos habían sido perezosos durante el semestre, así que estaban muy nerviosos, con excepción de unos pocos a quienes sí les iba bien. A mitad del exámen, el profesor exclamó: “Que el joven de atrás, que está leyendo un papel para copiarse, se levante y entregue su trabajo”. Antes de que todos pudieran voltear la cabeza, dos chicos se pusieron de pie.
Un anterior jefe mío fue clave en la implementación de los depósitos ACH para los salarios en Westinghouse, a mediados de la década de 1980. La mañana en que se anunció esta nueva y emocionante ventaja salarial, tenía a docenas de veteranos de Westinghouse angustiados frente a su oficina. Al parecer, estos hombres llevaban décadas trabajando en Westinghouse y nunca les habían contado a sus esposas que habían recibido un aumento (o, al menos, habían minimizado mucho sus aumentos salariales anuales). Habían entrado en pánico.
Eso me recordó un día en mi clase de literatura, en séptimo grado. Un compañero creó un sobre con una hoja de papel, en el que escribió: “Toma uno”, y metió chicles adentro. Lo pasaron a toda la clase.
La maestra vio a una o dos personas mascando chicle y dijo algo así como: "Saben que eso va contra las reglas de la escuela. Tiren el chicle ahora y evítense problemas". Toda la clase se levantó y tiró el chicle. La maestra se sorprendió mucho. Su expresión fue impagable.
Me encontraba jugando videojuegos en el fondo de mi clase de historia, en décimo grado. Oí que la maestra decía mi nombre, así que me acerqué y le entregué mi consola DS. Me dijo que me había llamado para pedirme el dinero de la excursión que le había dicho que llevaría ese día. Nos miramos fijamente durante un minuto antes de que yo dijera: “Espera. Aquí está el dinero”.
En la escuela secundaria, se suponía que debíamos apagar nuestros celulares y guardarlos en los casilleros. Una chica emo decidió “desmayarse” en el baño... Esa era como la tercera vez que hacía lo mismo para salirse de la clase, con ambulancia incluida. Después de que la encontraran, la maestra corrió de vuelta a la clase y preguntó si alguien tenía un celular para llamar al 911. Dijo que no nos meteríamos en problemas… 10 de 15 chicas sacaron sus teléfonos del bolsillo.
Mi profesora de literatura de la secundaria estaba convencida de que una chica se había copiado, pero no podía probarlo. Como resultado, contactó a algunas de las universidades a las que esta chica había aplicado y les dijo que se había copiado. Dos semanas después, la profesora nos dio una tarea con un “artículo muestra” por el que le habían dado una A cuando estaba en la universidad. Unas compañeras lo buscaron en internet y se enteraron de que la profesora lo había copiado. Fuimos con el director y ella tuvo que confesárselo a todos los estudiantes (no paraba de llorar). Fue una de las pocas veces en las que me sentí bien por ver llorar a alguien.
Esto no me pasó a mí, sino a mi novia hace unos 4 años. Tenía que ir a trabajar, pero quería venir a verme. Le repetí constantemente que no, que fuera a trabajar, pero fue en vano y vino a visitarme. Le dijo a su jefe que no podía ir a trabajar porque había tenido un accidente con su coche. ¿Adivinen qué pasó una semana después, cuando íbamos en el auto a su casa…?
Una vez, había viajado en avión y nos preparábamos para despegar. Ya nos habían pedido varias veces que apagáramos los teléfonos. Entonces, el piloto habló por el altavoz y dijo: “Nuestro equipo muestra que todavía hay tres celulares encendidos en el avión”. El hombre a mi lado se asustó y, frenéticamente, le sacó la batería a su teléfono. Fue una tontería, pero muy efectiva.
Estaba sentado en una clase en el campamento militar, cuando el comandante de la compañía (CC) entró a escondidas e intentó atrapar a alguien haciendo alguna tontería.
Yo lo había visto y estaba empezando a quedarme dormido. El CC le dio un puñetazo al escritorio del chico que estaba detrás de mí y gritó: “¡DESPIERTA, MALDITA SEA!”.
Tres personas, yo incluido, nos levantamos de golpe y nos disculpamos. Todos tuvimos que hacer doble guardia durante dos noches. =/
