El dicho “dale con todo” proviene nada menos que de Babe Ruth, conocido como uno de los atletas más talentosos de su época. Que incluso los más grandes sientan la necesidad de intentarlo, aunque sea sin éxito, debería ser inspirador, ya que, con frecuencia, lo intentamos una y otra vez y lo único que conseguimos es una lección sobre lo que no debemos hacer la próxima vez.
La comunidad de internet “Hubo un intento” se dedica a mostrar algunos de los mejores fracasos que la gente ha documentado. Así que ponte cómodo mientras exploras, vota por tus favoritos y comparte tu opinión en la sección de comentarios a continuación.
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Intento de redecorar con buen gusto
Intento de pintar a los manifestantes de Portland como matones peligrosos
La psicología que subyace a nuestro gusto por ver fracasar a otros revela verdades incómodas sobre la naturaleza humana y la forma en que mantenemos nuestra autoestima.
El principal mecanismo psicológico en juego es la schadenfreude, un término alemán que se traduce literalmente como "alegría por el daño ajeno". Esta emoción humana universal describe el placer que sentimos al presenciar las desgracias de los demás. Si bien el término se originó en Alemania, existen conceptos similares en diversas culturas, lo que demuestra que no se trata simplemente de un fenómeno occidental, sino de algo fundamental para la psicología humana.
Intento de "no interferir con el edificio"
Tres hombres nigerianos fueron arrestados en un aeropuerto de Argelia tras intentar abordar un vuelo a Dubái vestidos de mujeres árabes.
Los estudios demuestran que la autoestima tiene una relación negativa con la schadenfreude; es decir, las personas con menor autoestima tienden a experimentar esta emoción con mayor frecuencia e intensidad. Cuando las personas con una autoimagen frágil ven fracasar a otros, especialmente a quienes parecen tener más éxito, experimentan una mayor amenaza a su autoestima al enfrentarse a personas de alto rendimiento, y presenciar sus desgracias aumenta su schadenfreude. Esto sugiere que los videos de fracasos funcionan como una forma de automedicación psicológica, mejorando temporalmente el estado de ánimo de quienes los ven y que pueden sentirse inadecuados en otras áreas de su vida.
Intento de identificar a los agentes
Agentes del ICE: Perritos calientes gratis (por favor mostradnos vuesta identificación)
Intento de borrarlo que lo ha hecho más icónico
Parece existir un umbral donde la empatía supera la satisfacción maliciosa, ya que los videos con escenas sangrientas o violencia intensa apelan a mecanismos psicológicos distintos, más relacionados con la dificultad de apartar la mirada de las catástrofes. El contenido de fails más popular presenta percances relativamente menores donde las personas se sienten avergonzadas pero no gravemente heridas, manteniendo el delicado equilibrio entre la diversión y la preocupación genuina.
Intento de protestar contra el burka porque oculta la cara... mientras ellos ocultan sus propias caras
Intento de entender la naturaleza
Las investigaciones han demostrado que experimentar satisfacción maliciosa puede aumentar la satisfacción de necesidades psicológicas básicas como la autoestima, el control, la pertenencia y una existencia significativa, especialmente cuando el revés de otra persona ocurre en un contexto competitivo. Esto ayuda a explicar por qué el contenido de fails sigue siendo tan popular en diferentes plataformas y generaciones. No se trata solo de entretenimiento vacío, sino que satisface necesidades psicológicas reales de los espectadores que buscan mantener o mejorar su autoconcepto.
Intento de tener libertad de prensa
Intento de representar a distintas culturas
El atractivo perdurable del contenido de fails revela, en última instancia, algo a la vez inquietante y profundamente humano sobre nuestra psicología. Si bien podemos sentirnos culpables por reírnos de los percances ajenos, estos momentos de satisfacción maliciosa cumplen importantes funciones psicológicas relacionadas con el mantenimiento de la autoestima y la comparación social. Comprender este mecanismo no hace que desaparezca el disfrute, pero sí aclara por qué estos vídeos siguen cautivando al público generación tras generación.
