La gente comparte los momentos más vergonzosos que han presenciado; estos son 18 de los más lamentables
¿Recuerdas los días de jugar a verdad o reto? Sentado en ronda con tus mejores amigos en una pijamada, este querido juego era la mejor manera de estrechar vínculos. Era la oportunidad de mostrar valentía y vulnerabilidad, a la vez que podías reírte de los que se tiraban de cabeza hacia los retos tontos. Sin embargo, el juego tenía sus riesgos; en el fondo sabías que siempre existía la chance de que llegara la pregunta más temida: ¿Cuál es tu momento más vergonzoso?
Aunque pasen los años, nuestras ganas de escuchar historias vergonzosas siempre están. La semana pasada, el usuario de Reddit Konke420xd, le pidió a la gente que compartiera los momentos más vergonzosos que han presenciado, y vaya si cumplieron con el reto. Por suerte para nosotros, este es un lugar seguro para leer las historias humillantes de otros sin preocuparnos de que las nuestras sean expuestas, así que sean libres de reírse todo lo que quieran. ¡Disfruten de estas historias bochornosas!
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En la escuela secundaria, un chico muy torpe desafió al profesor aspirante a sargento de instrucción que teníamos, diciendo que podía hacer 20 flexiones con facilidad. En pocas palabras, el chico no estaba en forma. Era muy larguirucho y claramente no tenía músculos. Realmente no creo que antes de ese día hubiera intentado una flexión en su vida. Se tiró al suelo con una confianza ciega e intentó hacer una flexión. Llegó a la mitad de la primera, y su cuerpo hizo un sonido muy fuerte de múltiples articulaciones. Se esforzó un segundo más y luego supongo que el esfuerzo le hizo expulsar gases muy fuerte, y, al final, cayó de bruces. Refunfuñó y se quedó allí durante un segundo antes de levantarse del suelo.
Me reía tan fuerte que nuestro profesor me dijo que saliera. Me corrían lágrimas por la cara.
La vergüenza es un sentimiento que todos conocemos. Ya sea que la sufras a menudo o si tienes un particular recuerdo doloroso grabado en tu mente, nadie es inmune. Aunque, por obvias razones, muchos de nosotros odie sentirse avergonzado, somos propensos a que nos guste escuchar a otra gente compartiendo sus momentos más mortificantes. Decirles a familiares y amigos sobre una penosa situación bochornosa requiere de vulnerabilidad porque, seamos honestos, sus reacciones a menudo serán de burla. Pero esas historias también pueden ser increíblemente adorables. ¿Quién quiere amigos intimidantes que nunca tuvieron comida atascada en los dientes durante una cita o respondieron al saludo de alguien que, en realidad, no los estaba saludando? Los momentos vergonzosos son parte de la experiencia humana, y nos guste o no, son un recordatorio de que nadie puede ser refinado el 100% del tiempo.
Bien, mi marido y yo estábamos conduciendo por la ciudad y estaba lloviendo a cántaros. Era un auténtico diluvio. Estábamos a punto de pasar por las vías del tren ligero (que va en ambas direcciones) cuando las verjas del cruce bajaron porque el tren se acercaba.
Un idiota que iba en una furgoneta creyó que podía cruzar antes de que las verjas bajaran del todo. Siguió conduciendo, pero no lo logró. En cambio, su vehículo quedó atrapado.
Pudimos ver desde nuestro coche que esta persona estaba en pánico. Su vida pasaba por delante de sus ojos. En su mente, el tren ligero estaba a punto de chocar con la furgoneta y arrastrarla durante decenas de metros antes de finalmente detenerse... así que hizo lo que haría cualquiera. Empujó violentamente la puerta y corrió bajo la lluvia torrencial para salvar su vida.
Iba por la mitad de la calle cuando se detuvo, dio la vuelta y se dio cuenta de que el tren ligero estaba esperando pacientemente a que moviera el vehículo. La puerta seguía abierta. Mi marido y yo casi nos morimos de risa.
Estaba en el segundo año de la escuela secundaria (es decir, tenía unos 16 años) y asistía a la última parte de la clase de educación sexual de mi condado. Era un día mixto, por lo que nuestra clase de gimnasia completa, de unos 30 chicos, estaba en la sala. El tema eran las ETS. La profesora mencionó el sexo oral unas cuantas veces y supongo qué enfermedades se pueden contagiar por esta vía. Un chico, que siempre era bastante callado y tímido, levantó la mano y dijo: "No entiendo realmente cómo se puede contraer una ETS por hablar de sexo..."
Todos, incluida la profesora, tardaron unos segundos en entenderlo, pero algunos alumnos se rieron por lo bajo. Ella, por supuesto, tuvo que explicar de la forma más sencilla posible que el sexo oral no significaba, de hecho, hablar de sexo (creo que los estúpidos estatutos del programa en nuestro condado no le permitieron revelar completamente lo que era).
Bueno, pensamos que estaba bromeando, pero al oír las risas de todos después de que le explicaran esto, bajó lentamente la cabeza y se tapó la cara durante los siguientes minutos. Pobre chico. Me sentí mal, pero era difícil no reírse. Al menos nadie se burló directamente de ello después.
Llevé a mis hijos y a un primo a un parque acuático natural. Era un río que corría a través de un valle, que se había hecho camino por un lecho de roca lisa, que lucía como el mármol.
El agua te llevaba por toboganes naturales y bajadas muy divertidas.
Para bajar por el río, primero había que subir a pie, lo cual era inseguro en muchos lugares.
El primo de los niños (D) no era el chico más seguro de sí mismo, pero yo había trabajado mucho con él para solucionarlo y nadamos bastante antes de estas vacaciones para que estuviera listo.
Escogí la ruta más segura para subir y les dije a los niños que, por favor, solo pisaran donde les indicara.
Mientras que D caminaba, le mostré un lugar específico donde pisar y le dije que no fuera hacia el otro lado.
D pisó hacia el otro lado del agua. Lo agarré del pie.
Y el agua le bajó el bañador, de repente D iba desnudo por el río.
Encima del río, en la ladera, hay una zona de paseo con barandillas: había cientos de personas riendo y señalando hacia abajo mientras este niño pasaba.
Una vez, cuando era pequeño, mi familia estaba en Walt Disney World e íbamos a hacer una foto, yo no quería y estaba haciendo un berrinche. Tiraba de los pantalones de mi madre y accidentalmente se los bajé. El fotógrafo nos dijo que no podíamos obtener un reembolso o volver a tomar las fotos, así que tenemos una foto familiar, de toda mi familia, con mi madre de pie con los pantalones caídos alrededor de tobillos y otra de espaldas subiéndolos (llevaba ropa interior tipo tanga). A ella le parece divertido ahora, pero en ese momento estaba muy avergonzada y enfadada.
Vi a mi vecino recibir un delivery de pizza de dos repartidores (uno seguramente era nuevo en el trabajo) y el hombre debe haber tratado de decir “Que pasen unas buenas noches” y “Gracias” al mismo tiempo y terminó diciendo “¡Que pasen unos buenos gays!”. Los dos muchachos se pararon a mirarlo, y mi vecino solo cerró la puerta. El vecino, en realidad, era yo.
Durante una liturgia en la catedral, los monaguillos se arrodillaban atentamente detrás del obispo mientras éste presidía el altar, con el diácono balanceando el incensario delante.
Cuando el obispo levantó el ostensorio para bendecir a la gente, soltó un pedo increíblemente fuerte que resonó en la amplia acústica del edificio y fue directo hacia los monaguillos.
Todo el mundo lo oyó, el sonido delator del pedo era inconfundible.
Afortunadamente, el diácono se acercó con el incensario e inmediatamente lo balanceó por la zona donde estaban arrodillados los chicos, mientras la asamblea intentaba en vano reprimir la risa.
Sucedió en la clase de español de una institución de educación superior en Tampa, año 2009. La tímida chica gótica se dirigió al frente de la clase y conectó su memoria USB para iniciar con su presentación de PowerPoint, como hizo el resto de nosotros. Salvo que cuando lo conectó, se abrió una carpeta y comenzó a reproducirse el más repugnante anime p*rno. Todo el mundo estaba mortificado. Ella tardó unos 3-4 segundos en apagarlo, pero el momento pareció eterno. Dijo: "¡Esta es la memoria de mi novio!" y salió corriendo del aula, llorando. La profesora siguió adelante. La chica no apareció durante una semana. Fue un momento absolutamente loco.
Una noche, estaba viendo un concierto de la orquesta sinfónica de la Ópera de Sydney. El vestíbulo de la sala de conciertos tiene unas enormes ventanas de cristal bajo las velas que dan al puerto. Todavía no se había puesto el sol y todos los espectadores que salían de la sala podían ver a una pareja de mediana edad, increíblemente borracha, teniendo sexo en un banco fuera de la sala.
Un chico hizo un vergonzoso número de tap como propuesta de matrimonio en un restaurante público. Se hincó en una rodilla solo para que la chica quedara atónita; ella echó un vistazo hacia los costados y dijo: “¡No, Justin! En serio, ¿qué rayos es esto?”.
Estaba en un patio de comidas y tuve la brillante idea de saltar sobre una fila de esas sillas y mesas de plástico...Ya sabes, las que están fijadas al suelo.
Se me quedó el pie atorado y me caí de bruces. Me levanté con 30 personas aplaudiendo. Un tipo gritó para pedirme un autógrafo.
Solía trabajar en clubes nocturnos. Una vez vi a una chica apoyada en la pared, coqueteando casualmente con un tipo y mientras se reía se cagó encima. Llevaba un vestido blanco y no se podía ocultar lo que había pasado. El olor se extendió por todo el club. Salió corriendo y llorando. Tuvimos que limpiar la caca del suelo donde había estado. A menudo me pregunto qué estará haciendo ahora...
Vi a un muchacho correr por el campus con los pantalones caídos. Se le cayeron hasta las rodillas haciendo que tropezara, pero se las arregló para hacer medio salto mortal. Esto le bajó los pantalones casi por completo, pero alcanzó a subirlos en un ligero trote, mientras miraba hacia los lados (para asegurarse de que nadie lo hubiera visto) y seguía corriendo. Estaba en mi auto, que tenía los cristales polarizados, así que su secreto está, de alguna manera, a salvo conmigo. Sinceramente, fue impresionante cómo logró salvar la situación de ser mucho más vergonzosa, podría haber terminado con los pantalones por los tobillos, la cara en el barro y los calzoncillos volando en el viento.
Solía trabajar en una pequeña cafetería que tenía tres locales. Estaba muy enamorado de una mujer que trabajaba en uno de los otros locales. Me parecía tan hermosa que, literalmente, no me acordaba de cómo hablar cuando ella estaba cerca.
Por ejemplo, una vez en mi día libre pasé por su local para comprar una cerveza fría. Ella estaba trabajando en la caja registradora y me dijo: "Hola, Karl, ¿cómo te va?". Lo que quería responder era "Oh, bastante bien, pero ha sido una semana larga", pero todo lo que salió fue "...larga"... Entonces me sentí tan avergonzado que me di la vuelta y me fui sin comprar nada.
Y lo que es peor, ese mismo verano hubo una gran barbacoa para empleados en un río cercano, y por fin dejé de hacer el ridículo y tuve una buena conversación con ella: la hice reír y todo eso. Un poco más tarde, tuve que orinar, y cuando abrí la puerta del baño portátil me la encontré haciendo sus necesidades…
Una vez, una amiga se acostó con un tipo que conoció en Tinder. Ella estaba en otra ciudad por una reunión familiar, y decidió quedarse allí un par de días antes del evento para conocer los lugares de interés. Entonces, terminó acostándose con él dos noches seguidas.
Lo adivinaron. Llegó el día de la reunión familiar, ¿y saben quién estaba ahí?, el chico de Tinder; del cuál supo rápidamente que era su primo por parte de su padre. Nunca lo había conocido antes. Ambos mantuvieron la calma durante la mayor parte del evento, pero el hermano de él se emborrachó y empezó a chismosear (el chico de Tinder se lo había confiado). Todo terminó con ella y sus padres yéndose temprano, y su madre llorando.
Cuando trabajaba en una rotisería, mi jefe le agarró la barriga a una mujer y la felicitó. No estaba embarazada.
Un amigo mío que aprendió a “quemar rueda” de vídeos de Youtube, y decidió hacerlo.
Pensó que el humo era por los neumáticos que giraban en el lugar, pero en realidad era el embrague que se había quemado. Intentamos decírselo pero pensó que lo estábamos alentando, hasta que alguien corrió hacia el lado del conductor y apagó el coche.
Ahora, esto no habría sido tan malo si lo hubiera hecho en una entrada para autos o en carretera lateral con 3 o 4 personas presentes. Pero entró en una competencia amateur de “quemar rueda” y todo esto pasó frente a alrededor de 200 personas.
Tenía una profesora bastante mayor de derecho de inmigración, y, una noche en clase, se tiró un pedo muy fuerte. La clase se quedó en silencio y ella hizo un comentario sobre cómo era envejecer con gracia. Todo el mundo trató de no reírse porque era una anciana dulce, pero siguió soltando pedos largos y fuertes durante el resto de la clase nocturna de 4 horas. Me sentí mortificado por ella.
