A muchos de nosotros nos puede fascinar el terror en las películas y en las páginas amarillentas de nuestros libros, pero es otra historia cuando nos enfrentamos a eso en la vida real. Sobre todo, cuando se trata de nuestros niños pequeños. ¿Ángeles inocentes? No todo el tiempo, aparentemente.
Bored Panda se sumergió en los rincones más oscuros de internet para recopilar algunas de las cosas más extrañas y aterradoras que los niños han hecho y que les han puesto los pelos de punta a sus padres. Claro, algunas de las publicaciones parecen divertidas, incluso cómicas, pero algunos de estos comportamientos son realmente preocupantes. No queremos usar la palabra “maldad”, pero es el tipo de cosas malas y peculiares que seguramente preocuparán a cualquier adulto.
Si son Padres Pandas, nos gustaría saber sobre las cosas más extrañas e incluso aterradoras que han hecho sus propios hijos. Cuéntenos todo acerca de cómo reaccionaron y si les enseñaron a sus niños pequeños a no volver a hacer eso nunca más. Mientras tanto, cuando terminen con esta lista, encontrarán los artículos anteriores de Bored Panda sobre comportamientos infantiles realmente aterradores aquí y aquí.
Bored Panda quería entender cómo los niños aprenden sobre el bien y el mal, cómo los padres pueden ayudarlos a ser más cariñosos, así como sobre la capacidad de empatía de las personas, por eso nos pusimos en contacto con la Dra. Eileen Kennedy-Moore, Ph.D. Eileen autora publicada a nivel internacional, oradora, madre de cuatro hijos y psicóloga privada. Uno de sus libros para niños más recientes es “Moody Mood Cars”. Tuvo la amabilidad de responder nuestras preguntas y enfatizó en que cuando los niños terminan haciendo algo poco amable los padres no deben asumir que es una señal de que “cosas terribles se avecinan”.
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"Los niños aprenden a partir de la observación de lo que hacen los demás, pero también a través de enseñanzas y explicaciones directas, y a través de la experiencia y la observación de cómo responden los demás a determinadas acciones”, nos explicó Eileen. La psicóloga le reveló a Bored panda que la capacidad de empatía de las personas puede aumentar a lo largo de su vida. A grandes rasgos, cuanto más mayores somos, más comprendemos y nos preocupamos por los sentimientos de los demás.
“En general, somos más empáticos a los 19 años que a los 9, y eso continúa, así que seremos más empáticos a los 29 de lo que éramos a los 19 y a los 39 más que a los 29, simplemente porque hemos experimentado más de la vida, por lo que es más fácil para nosotros ponernos en el lugar de otra persona”, nos dijo.
Según la psicóloga Eileen, existen tres “ingredientes” que los niños necesitan para responder a los demás de una manera cariñosa. En primer lugar, necesitan poder imaginar los pensamientos y sentimientos de otra persona. “La capacidad de imaginar con precisión la perspectiva de alguien más generalmente comienza alrededor de los 4 años y crece con la edad y la experiencia”, le explicó Eileen a Bored Panda.
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En segundo lugar, los niños deben poder manejar su propia angustia. “Los niños no tienen la capacidad de responderles amablemente a los demás si están abrumados por sus propios sentimientos”. Y en tercer lugar, necesitan creer que son capaces de ayudar a otros. “Si no creen que pueden ayudar o no saben cómo, es probable que se paralicen o eviten situaciones en las que alguien esté molesto”. Y los padres juegan un papel vital en ayudar a sus hijos a desarrollar más empatía por los demás.
“Los padres pueden ayudar hablando sobre los pensamientos y sentimientos de las personas tal como aparecen en los libros, las películas o la vida real. Esto les da a los niños una ventana a la vida interna de las personas que les ayudan a tomar perspectiva. Los padres pueden ayudar a los niños a controlar sus propias emociones nombrando esos sentimientos, además de enseñarles estrategias de afrontamiento como la distracción, la respiración profunda, contar hasta diez o usar palabras para pedir lo que quieren”, dijo la psicóloga.
“Por último, los padres pueden guiar a los niños para que se vean a sí mismos como personas que pueden ayudar a otras hablando de cómo las acciones amables repercuten en los demás. Por ejemplo, pueden decir: “Has sido muy amable al ayudar a tu hermano con su torre de bloques. Estaba triste cuando se le cayó, pero se puso feliz cuando lo ayudaste a armarla otra vez”. O:”Gracias por ayudarme a guardar las cosas del super. Me alegro de que hayamos hecho todo rápido”.
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