Las reglas, cuando nos detenemos y pensamos sobre ellas, son una cosa muy rara. Se supone que funcionan como guías para asegurarnos de que podemos convivir con los demás. Pero, si son demasiado permisivas, el resultado es un caos total. Y, si resultan muy estrictas, puede que la gente se sienta forzada a rebelarse, al llevarlas a considerar si realmente son necesarias o si solo se trata de un juego de poder. En resumen: las reglas tienen que ser balanceadas y deben tener sentido. Sin embargo, algunas de ellas son muy, muy bizarras.
Recientemente, u/SalMinellaOnYouTube, un usuario de Reddit que tiene un canal de cocina en YouTube, le preguntó a la gente de r/AskReddit sobre “la regla más ridícula” que hayan oído que alguien había impuesto en su hogar, en su familia o sobre sus hijos. Recopilamos algunas de las historias más extrañas que demuestran que algunos padres van demasiado lejos para hacer que todo esté bajo control. Continúen leyendo para verlas.
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Mis padres juran que nada de esto ocurrió, pero ellos:
- No nos dejaban ver Rugrats porque la forma en la que hablaban los adultos era “vil”.
- Me recogieron de una pijamada a la 1 a.m. y me azotaron frente a mis amigos porque hallaron una foto de Britney Spears escondida debajo de mi litera, lo que llevó a la regla de que solo se permitían las radios cristianas.
- Me castigaron durante un mes debido a un episodio de Ren y Stimpy, lo que llevó a la regla de que no se me permitía ver Nickelodeon.
- Los Power Rangers eran, obviamente, satánicos, así que eso estaba prohibido.
- En séptimo grado, llevé a casa una tarea sobre la evolución y mi papá la quemó y le llevó las cenizas a mi maestro de ciencias. Allí fue cuando comenzó la regla de “solo se permite la ciencia aprobada por Dios”.
- La regla de “no hacer ruido luego de las 8 p.m., lo que incluye el sonido del microondas y andar en puntas de pie, o serás interrogado” no fue dicha explícitamente, pero la comprendí muy bien.
- Durante la escuela secundaria, me obligaron a usar camisetas de Jesús mientras estaba con mis amigos skaters, lo que hizo que me molestaran por años y que llevó a una regla obvia: si te decimos que algo no ocurre, entonces no es posible que ocurra.
La lista continúa…
Las personas religiosas son malditamente raras.
Más que las religiosas, las fanáticas religiosas. Qué tristeza de vida.
Este hilo viral de Reddit nos demostró que, en muchos casos, un exceso de cuidado y atención también puede ser perjudicial para los hijos y puede evitar que formen relaciones familiares saludables. No permitir que los integrantes de una casa decidan por sí mismos o fijar límites autoritarios y absurdos lleva a que muchos jóvenes resientan este tipo de crianza llevada a cabo por padres sobreprotectores, también conocidos como “helicopter parents”.
Para definir qué clase de comportamientos son los que definen a este tipo de padres, Carmen Martínez Conde, doctora en Sociología y coordinadora de un máster en Orientación Familiar Educativa, le dijo al diario El correo: “Sobre todo, son cuestiones de actitud, de no dejar hacer, de no permitirles que hagan cosas propias de los niños o incluso de no mostrar a los hijos asuntos menos agradables o malos”. Con estas normas que los padres les imponen a sus pequeños, se buscaría crear: “Un entorno aséptico en el que no pasa nada, en el que todo está bien”, pero que, claramente, estaría muy alejado de cómo son las cosas en realidad.
Mi hijo recientemente invitó a casa a un amigo (de la escuela secundaria) y le ofrecimos un bocadillo. Él dijo que quizás lo aceptaría, porque no sabía si eso estaba permitido. Luego, mencionó haber obtenido una A en un examen, así que le dijimos que merecía un bocadillo extra especial. Le ofrecimos varias opciones, como cereales, galletas con forma de pez, etc. Él lloró porque nunca nadie le había ofrecido un bocadillo después de la escuela, y mucho menos lo habían felicitado por obtener una A. Fue muy triste.
Esto no se trata necesariamente de una regla, pero tuve un buen amigo cuya mamá había instalado cerraduras en todos los gabinetes de la cocina para evitar que su único hijo comiera algo que no se suponía que consumiera. Cuando era lo suficientemente grande como para ganar dinero, se quedaba con un 50% de sus ganancias. Durante su último año de escuela secundaria, cuando cumplió 18 años, regresó a casa de clases y encontró todas sus pertenencias en la calle (Feliz cumpleaños, hijo). Mi mamá y mi papá lo dejaron vivir con nosotros hasta que pudo mantenerse solo.
Mi tío abuelo solo permitía que hubiera un cuenco, un plato, una cuchara, un tenedor, un cuchillo, una taza y una bombilla en toda la casa. Estaba casado y tenía 3 hijos. Él comía primero, luego lo hacía la esposa y, por último, los niños, en el orden en que habían nacido. Cuando íbamos a alguna habitación, cambiábamos la bombilla de lugar.
Según esta experta en crianza y en sociología, una de las razones por las que los padres imponen reglas estrictas y controladoras a sus hijos es porque temen que se hagan daño físicamente, por ejemplo, al montar una bicicleta o al explorar su entorno y caerse. Pero, muchos de estos papás sobreprotectores también temen que sus hijos sufran daños emocionales o psicológicos, y eso es lo que los lleva a ocultarles o prohibirles cosas como las que hemos leído en esta lista, tal como la niña que le temía a la simple vista de una botella de cerveza o a los pequeños que no tenían permitido el contacto con personas fuera de su círculo familiar religioso.
A pesar de que, seguramente, muchos de estos padres solo tenían buenas intenciones para sus hijos en mente, estas actitudes resultan más que perjudiciales para el desarrollo de los chicos: “No les dejan emprender ni descubrir y, además, les enseñan un aspecto poco realista de la vida”, comentó Martínez Conde. “La dependencia excesiva que tienen los hijos hacia sus padres los lleva a convertirse en adultos inseguros”, lo cual también les dificulta que se inserten en la sociedad como adultos independientes.
Había salido con una mujer durante algunos meses y ella no parecía tener nada de extraño. Tomamos unas vacaciones donde visitamos a nuestra familia cercana. En la casa de sus padres, no nos permitieron sentarnos uno al lado del otro o ponernos de pie cerca. Además, no pudimos dormir en la misma cama… Tuve que dormir en el sofá mientras ella se quedaba en la habitación de huéspedes. La razón es que no querían que pasara nada “fuera de lugar” frente a ellos.
Ambos, en esa época, teníamos 32 años…
Cuando mi hermana estaba embarazada de su primer hijo, le compré un pequeño conejo de peluche. Sus orejas tenían un patrón floral. Ella lo tiró porque: “No dejaré jamás que mi hijo juegue con flores”.
Entonces, ¿qué podrían hacer los padres para evitar ser sobreprotectores y para lograr que sus hijos se desarrollen de la mejor manera? Pues bien, la experta recomienda hablar francamente con ellos, siempre usando palabras que sepamos que pueden comprender. Así, si enfrentamos dificultades económicas o emocionales, no tenemos por qué ocultárselas, aunque la especialista aconseja que tampoco los agobiemos con nuestros problemas. El foco debería estar en compartir la situación con los pequeños para que ellos la entiendan y puedan desarrollar empatía.
Asimismo, añadió que lo apropiado en la crianza es: “Transmitir a nuestros hijos que las adversidades, si se afrontan en familia, son más llevaderas”. Martínez Conde afirmó que la crianza desde la prohibición y los límites, sin hacer hincapié en los aspectos positivos de la vida y de las relaciones familiares, no es lo ideal, y aconsejó a que los papás eduquen: “No desde el miedo al fracaso y al error, sino desde la esperanza de que los nuevos comienzos son posibles”.
Visité a la familia de una compañera de cuarto de la universidad. Todos debían irse a la cama a las 8 p.m. porque esa era la hora de dormir de la hija más pequeña. La niña tenía 8 o 9 años.
Me reí porque pensé que estaban bromeando, pero la niña dio un berrinche porque yo no me iba a la cama. Ellos no bromeaban. Obviamente, me acosté, pero ¿qué rayos?
Al día siguiente, los padres me dijeron que sería mejor si regresaba a la universidad un día antes. Sí, no tenían que decírmelo, ¡adiós!
Mi compañera pensó que yo era una idiota.
También me reí de ella.
Cuando era niña, pasaba mucho tiempo en la casa de mi mejor amiga. Su mamá no nos dejaba tomar más de un vaso de agua durante la tarde porque pensaba que diluiría los nutrientes de nuestro cuerpo. En cambio, si teníamos sed, nos daba 7UP. Siempre que usaba el baño de su casa y tenía sed, yo terminaba bebiendo agua allí en secreto.
El agua le diluía los nutrientes, por eso le daba azúcar a tutiplén, que se sabe que es un conservante... XD
En mi vecindario, había un niño a quien no se le permitía mascar chicle. Él mojaba un pedazo de cuero en agua con azúcar y masticaba eso. Sus padres eran unos extraños locos religiosos. Si llamabas a su puerta durante la noche de Halloween, solían gritar cosas sobre el diablo.
No se nos permitía interactuar con nadie fuera de la familia. A mamá y a papá les asustaban los liberales, los comunistas, los ateos, los satanistas, los demonios, la gente gay y la mayoría de las demás religiones, así que no querían arriesgarse a que estuviésemos expuestos a la noción de tolerancia.
En teoría, existía un proceso de aprobación para no cumplir con esa regla. Básicamente, mis padres debían hablar con esa persona y asegurarse de que creyeran las mismas cosas en las que ellos creían.
En la práctica, casi nadie aprobaba ese proceso y los pocos que lo hicieron se descalificaron a sí mismos una vez que la verdadera interacción comenzaba.
Uno de mis mejores amigos de niño tenía padres súper cristianos. A mi grupo de amigos le encantaba jugar Diablo 2. Pasábamos los fines de semana en las casas de nuestros amigos jugando en fiestas LAN. Si íbamos a la casa de los súper cristianos, no se nos permitía jugar Diablo 2 porque el juego incluía al demonio. No importaba cuántas veces les explicáramos que la meta del juego es MATAR al diablo, ellos solo se oponían más.
Es más, lo haces con la ayuda de Tyrael, que es un puñetero ángel...
Los padres de mi amigo tenían una “cuenta” para él y su hermano. Ellos sumaban cuánto gastaban en comida, ropa, deportes, etc. y les dijeron a los dos muchachos que deberían devolverles ese dinero. Recuerdo que una vez nos gritaron por haber comido los bocadillos de su papá y sumaron eso a la cuenta.
Cuando se graduaron, los padres “vaciaron la cuenta” como regalo de graduación. Así que, básicamente, con lo único que se quedaron fue con un recordatorio de cuánto costaban como personas.
Qué espanto de padres!! Nunca más volveré a pensar que no soy buena madre, jejejeje
Que los invitados debían pagar su estadía… Me invitaban a cenar, luego calculaban cuántos minutos había estado allí y me cobraban mi parte de la comida, la bebida, la electricidad y el agua. Sí, contaban las veces que usaba el inodoro y me cronometraban cuando me lavaba las manos.
Nunca podría hacerle algo así a nadie.
Una vez, cuando era pequeña, mi esposa invitó a una amiga a dormir en su casa. De repente, su mamá apareció para llevársela de regreso a su hogar. Aparentemente, la amiga había visto cerveza en la heladera y llamó a su mamá llorando debido a ello. No se le permitía mirar, hablar o pensar sobre cerveza y, especialmente, tenía prohibido beberla. Esto la asustó tanto que llamó a su mamá para que la recogiera.
Conocí a un chico que, cuando tenía unos 20 años, todavía tenía un horario para dormir que debía seguir. Él tenía que estar en su cama a las 8 p.m. y, si se quedaba en la casa de un amigo (en este caso, en mi casa, durante mi cumpleaños número 21), debía llamar a su papá a las 8 p.m. para decirle que se iría a dormir (aunque, al menos, esa vez no fue a acostarse).
La hora de los pepinillos. Mi tía estaba obteniendo un diploma en educación y desarrollo de la primera infancia y fue demasiado lejos al controlar la vida de mi primo a la máxima potencia. Cuando lo visitaba, no nos permitía abrir el refrigerador para tomar unos pepinillos: “A menos que sea la hora de los pepinillos. Está bien, pero no es la hora de los pepinillos”. Éramos preadolescentes.
Esperé a que se fuera al baño, tomé el frasco de pepinillos, lo llevé a la habitación de mi primo y jugamos Nintendo mientras nos comíamos todos los pepinillos.
Cuando era pequeño, un amigo me dijo que no teníamos permitido ver Bob Esponja. Más tarde, me enteré de que, aparentemente, esto era así porque los hoyos de Bob Esponja inducen pensamientos lujuriosos.
Hay que estar muy, pero que muy malito de la cabeza para pensar algo así...
La mamá de un amigo había ido a Woodstock y nunca se recuperó del todo.
Sus revistas decían que la comida procesada era mala, así que no dejó que mi amigo usara la procesadora de comida que había recibido en Navidad (juro que no estoy inventando esto).
Al haber oído una vez que “usar el microondas” era como “bombardear a la comida”, no permitía que nadie estuviera en la cocina mientras el microondas funcionaba. Debías programar el temporizador, presionar el botón de encendido y, luego, correr hasta la sala de estar hasta que oyeras el pitido.
Leyó que más personas mueren por rayos que por picaduras de abejas (no sé si sea cierto, ella solía leer todo tipo de m****a, así que quién sabe). Ella conocía muchos apicultores y algunos de ellos habían muerto por picaduras de abejas, así que dedujo que las muertes por rayos eran bastante comunes. Cuando una tormenta eléctrica comenzaba (y, en el suroeste de Missouri, esto es bastante común), hacía que todos se sentaran en medio de la sala de estar. No era suficiente con estar puertas adentro. Debían estar varios metros lejos de las ventanas cerradas.
Mi amigo, prácticamente, vivía en mi casa.
Mi hermana regaló un juguete de Spider-Man que le obsequié a mi sobrino como regalo de cumpleaños. Su hermana mayor me dijo: “Mamá dice que no tenemos permitido tener ídolos falsos en casa”. Son cristianos muy fundamentalistas.
Mi mejor amiga de niña debía caminar por su casa en puntas de pie, ya que sus padres no soportaban oír el ruido de sus pasos.
Qué forma más tonta de destrozar la autoestima de una persona
Tuve que hacerles café a mis suegros, a pesar de que no sabía cómo funcionaba su elegante máquina de café y ellos se negaron a explicármelo. Ahora, ya no soy bienvenido allí, porque “no los respeté”.
Mi hija de 11 años fue a la casa de una amiga y dijo: “Oh, por Dios”, entonces sus padres la regañaron por usar el nombre de Dios en vano.
Los padres de un amigo tenían una mesa de billar. Un día, su mamá decidió jugar con nosotros y nos dijo las reglas de la casa: “Cuando sea su turno, yo se los diré. Si alguien se adelanta, perderá su turno. Todos jugarán duro y, al final, yo ganaré”.
En la universidad, trabajé en un proyecto con una chica que debía llamar a su madre cada vez que se movía en el campus. Es decir, la llamaba cuando se iba de un lugar y, luego, otra vez cuando llegaba a otro sitio. Entonces, cuando se iba desde la cafetería hasta la biblioteca, cuando se tomaba un descanso para beber café, cuando regresaba a los dormitorios, cuando comenzaba la clase y cuando se iba de la clase, debía llamar a su mamá. La evité durante el resto de mi estadía en la universidad.
Estaba en la cocina de un amigo (teníamos 8 años), estornudé, tomé una servilleta del rollo, me limpié la nariz, caminé hasta el gabinete debajo del lavabo de la cocina y tiré el papel en la basura. Mi amigo gritó: “¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!”. Yo le dije: “¿Qué? Tiré algo a la basura”. Él respondió: “¡¿ESTÁS LOCO?! ¡¡EL PAPEL CON MOCOS NO VA EN EL BOTE DE LA COCINA!! JESÚS, ¡¡QUÉ PASARÍA SI MAMÁ SE ENTERARA!!”.
Ya lo había tirado, pero él abrió el bote para sacarlo y lo arrojó al inodoro en menos de 10 segundos.
Ya sabía que su madre era una mujer muy despótica y desagradable, pero no tenía idea de qué tan profunda se manifestaba su voluntad en esa casa tóxica.
En mi casa, de niño, si tenías que ir al baño durante una comida familiar, te quitaban el plato y la cena terminaba para ti. ¡No se podía ir al baño durante la cena!
Cuando estábamos en algún lugar de visita, no se nos permitía pedir cosas, incluso un vaso de agua…
Una vez, una mujer cuidó a mis hijos y su regla es que no permitía las bebidas durante la cena. ¿Supongo que no quería que los niños se llenaran con líquido en lugar de la comida…?
Tenía un amigo cuyo papá poseía una servilleta de papel que específicamente se usaba para comer bagels. No podíamos recalentar o comer los bagels en otra cosa que no fueran las servilletas de papel. No se permitía usar platos o cuencos para los bagels. Tenías un turno para usar la servilleta de papel o debías esperarlo.
