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La historia de esta épica petición de matrimonio se merece una exhibición en algún museo del amor. Hace poco, un hombre llamado Chris llevó a su novia Marybeth al Museo de Arte Metropolitano de Nueva York para hacerle LA pregunta, y desde luego todos los románticos pueden tomar nota.

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«Mientras ibamos por los pasillos de artistas contemporáneos, llegamos a una sala con obras de Picasso (el favorito de Marybeth)», escribe Chris. «Mis cuñados habían conseguido colgar el cuadro que había pintado en el que salgo pidiéndole matrimonio a Marybeth con su vestido de lunares, junto a un Picasso. Después de que me dieran la señal, llevé a mi novia hacia el cuadro, donde empezó a llorar inmediatamente al darse cuenta de lo que iba a ocurrir.»

Entonces, se puso de rodillas: «Dijo que sí con las mejillas llenas de lágrimas. Su prima, que estaba oculta esperando que llegáramos al museo, documentó el momento con sus fotos.» El feliz momento fue interrumpido por los guardias de seguridad, que exigieron que se quitara el cuadro y pidieron a los envueltos en el asunto que abandonaran el edificio.

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«Sabía que se pondría ese vestido porque hice que su madre se lo comprara unas semanas antes y luego la convencí de que se lo pusiera ese día.» También contactó a varios museos para pedir permiso y hacer esta petición de matrimonio, pero ninguno aceptó. «Entonces pensé, a la m*erda, lo haré en el museo más grande que se me ocurra y pediré perdón en vez de permiso.»

(via: mmm)

Chris llevó a su novia al Museo de Arte Metropolitano de Nueva York para hacerle LA pregunta

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«Mientras ibamos por los pasillos de artistas contemporáneos, llegamos a una sala con obras de Picasso (el favorito de Marybeth)»

«Mis cuñados habían conseguido colgar el cuadro que había pintado en el que salgo pidiéndole matrimonio a Marybeth con su vestido de lunares, junto a un Picasso»

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«Después de que me dieran la señal, llevé a mi novia hacia el cuadro, donde empezó a llorar inmediatamente al darse cuenta de lo que iba a ocurrir»

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«Dijo que sí con las mejillas llenas de lágrimas»

«Su prima, que estaba oculta esperando que llegáramos al museo, documentó el momento con sus fotos»

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«Poco después de levantarme, nos saludó un enfadado guardia de seguridad que nos dijo que quitáramos el cuadro»

«Tras unas fotos rápidas, abandonamos el edificio, y el resto es historia… o más bien historia del arte»