Estas 20 personas tuvieron un presentimiento que acabó salvándoles la vida y compartieron sus historias en este grupo en línea
Nuestra intuición desempeña un papel crucial cuando de una acción que requiere una decisión inmediata se trata. Siempre escuchamos una frase en particular que nos anima a confiar en nuestra intuición cuando estamos por hacer algo que, de alguna manera u otra, afectará nuestras vidas.
Steve Jobs, nuestro querido genio de la tecnología, una vez dijo una frase que realmente nos invita a la reflexión: “Ten el coraje de seguir a tu corazón y a tu intuición. Solo ellos saben lo que realmente quieres, lo demás es secundario”. Por desgracia, es cierto, a la mayoría nos aterroriza escucharnos a nosotros mismos porque tememos que esto nos lleve al fracaso. Sin embargo, ¿no sería mucho más saludable saber que puedes confiar plenamente en ti? Quién sabe, puede que seguir tus instintos alguna vez te salve la vida.
Por ejemplo, alguien les pidió a los usuarios de una de las comunidades de Reddit que compartieran aquellas situaciones en las que un presentimiento, milagrosamente, los salvó de un problema. La pregunta recibió más de 13 mil votos positivos y 4,2 mil comentarios, a través de los cuales la gente compartió aterradoras pero muy apasionantes historias. Y ustedes, ¿tienen historias similares para contar?
Más información: Reddit
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Una noche, mientras conducía por la carretera, vi un coche parado en medio del camino con dos personas desvanecidas sobre el asfalto. Tuve el presentimiento de que algo en la situación era muy sospechoso, así que decidí pasar de largo sin detenerme.
Me detuve para sacar el móvil y llamar a la policía, cuando miré por el espejo retrovisor, vi que las dos personas que estaban en el suelo se levantaron y a otras cinco salir por detrás de los arbustos.
A los cinco años, en el parque, casi me secuestran unos desconocidos que habían puesto un montón de juguetes sobre una manta y trataban de convencerme de que fuera con ellos a su caravana. Miré a mi padre, quien se encontraba hablando con un amigo a unos 100 metros de distancia, y sentí una especie de “vacío” en el estómago cuando uno de los hombres intentó tomarme del brazo para convencerme de que lo acompañara. Comencé a gritar y corrí como loca hacia mi padre. Años después, me enteré de que esa misma gente había secuestrado a otros niños que no habían tenido la misma suerte. Desde entonces, nunca ignoré ese tipo de corazonadas.
Estaba haciendo senderismo solo (sí, muy inteligente) y, de pronto, comencé a sentir que algo no estaba bien. Por lo general, suelo actuar rápidamente ante estas corazonadas pero, ese día, decidí ignorar la situación por completo. Seguí caminando hasta el mirador y regresé fue allí cuando, en el mismo lugar donde había tenido ese presentimiento, noté en la nieve que la huellas de un puma se cruzaban con las mías. Distinguí así que me había seguido durante un par de metros más y luego se había desviado hacia un arbusto que conectaba tanto el mirador como el lugar donde me encontraba parado en ese momento. Me fui de inmediato y evité todos los lugares que pudieran ser beneficiosos para el puma. De vez en cuando, escuchaba movimientos en los árboles y arbustos detrás de mí o sentía que, por algún movimiento, caía nieve desde algunas ramas.
Habíamos terminado de almorzar con mi madre y encontrábamos en el aparcamiento, caminando hacia nuestro coche.
No recuerdo haberla tomado del brazo, pero lo hice y tiré de ella hacia atrás (era muy joven en esa época y yo tenía la mitad de su tamaño).
De pronto, un coche salió a alta velocidad de donde estaba aparcado, directo a donde mi madre se encontraba parada.
Le quedaron las marcas de mis uñas en el brazo y se lesionó una de las rodillas pero, al menos, no la atropellaron.
No me sucedió a mí pero un 18 de noviembre de 1987, cuando mi madre aún era una adolescente, decidió viajar a Londres para visitar a una amiga. Alrededor de las 19:20, se le ocurrió tomar un taxi en lugar del metro porque presintió que algo andaba mal. Diez minutos después, comenzó a incendiarse la estación donde fallecieron 30 de las 40 personas que se encontraban allí. Si hubiera decidido viajar en metro, probablemente habría muerto.
Tenía planeado acampar al oeste de Maine.
Me encontraba en una pequeña montaña y el clima se me hacía muy raro. Acababa de montar mi tienda, pero tuve el presentimiento de que no la pasaría muy bien esa noche, así que guardé mis cosas, bajé la montaña y volví a casa.
Al día siguiente, me enteré de que un tornado había pasado por el área en la que había estado el día anterior.
A la semana siguiente, fui al mismo lugar para descubrir que el tornado había pasado justo por el mismo lugar en el que tenía planeado acampar.
Me paré y sentí un mareo extraño (como si las paredes se movieran junto conmigo). Me acerqué a la primera persona que se me cruzó y le pedí que me llevara a urgencias. Para ser sincero, había sentido un poco de vértigo o esos típicos mareos leves que ya me habían sucedido un millón de veces, pero si lo hubiera considerado como tal, habría muerto. Mis pulmones se encontraban al 30% de su capacidad y me estaba ahogando con mis propios fluidos, no había tenido otros síntomas aparte de esa breve sensación de mareo. Además, me sentía un poco descompuesto y no había comido nada. Cuanto más analizo la situación, menos puedo entender cómo acabé pidiéndole a un desconocido que me llevara al hospital.
El día que tuve a mi hijo. Estaba ya de 34 semanas y estaba de maravilla, pero algo se sentía diferente. Acabé yendo al hospital donde me realizaron una cesárea de urgencia. Me dijeron que si no hubiera confiado en esa corazonada, mi hijo y yo habríamos perdido la vida… pero aquí estamos, ¡sanos y felices!
Puse un artículo a la venta en Craigslist… no era algo muy caro o lujoso, simplemente una bicicleta usada. Un tipo me envió un correo y me dijo: “La quiero hoy, te daré $140 por ella”, yo la había comprado nueva por $160, así que estaba muy entusiasmado. Le respondí que me parecía bien y le di una dirección general (no exacta), no me contactó en todo el día, lo cual no es raro que suceda con la gente de Craigslist… pero esta vez tenía un presentimiento. Busqué su nombre en Google (el mismo que tenía en su correo electrónico) y resultó que lo habían arrestado en varias ocasiones por robos en hogares y hurtos. Acabé bloqueándolo y regalándole la bicicleta a un amigo.
Estaba caminando por una ruta de senderismo y comencé a sentir que alguien me estaba observando. Me encontraba en el bosque y no había nadie a mi alrededor, así que decidí que era mejor prevenir que curar, me di la vuelta y volví a mi casa. Esa misma noche vi en las noticias que un puma había estado cazando por la zona y había intentado atacar a un senderista esa tarde después de que me fui.
Hace un par de años, me dirigía a mi coche después de haber visto un partido de béisbol. Un tipo se me acercó para preguntarme si podía prestarle dinero para un taxi, a lo que me negué educadamente porque no tenía dinero en efectivo conmigo. Me respondió que cerca de allí había un cajero ATM y, como soy bastante ingenuo, acepté. Cuando comencé a caminar con él, sentí que debía irme de allí en ese mismo instante. No era solo intuición… sentía que si no volvía a mi coche urgentemente, algo me pasaría, así que hice de cuenta que recibí un mensaje que me avisaba de una emergencia, puse una excusa y comencé a correr. Una semana después, vi que un tipo muy parecido apareció en las noticias por haberle robado a alguien a mano armada en esa misma zona. No estoy 100% seguro de que haya sido el mismo hombre, pero esa sensación que tuve me insinuó que lo era.
Cuando era pequeña, me enfermé. Suelo enfermarme a menudo porque tengo un sistema inmunológico débil, así que cuando mi madre me pregunta si quiero ir al médico, siempre le digo que no y me limito a tomar medicina/descansar. Esa vez fue diferente, me sentía peor de lo normal y le pedí a mi madre que me llevara al hospital. Cuando llegamos, los médicos me tomaron la temperatura, inmediatamente después me quitaron la ropa y me pusieron hielo de la cabeza a los pies. Me dijeron que si hubiera tenido apenas unas milésimas más de fiebre, se me habría quemado el cerebro.
Durante unas vacaciones, cuando era más pequeña, mis padres me dijeron que ya era una niña grande y que no hacía falta que compartiera habitación con mi hermano, que si quería, podía tener mi propia habitación en el piso de abajo. Tuve el presentimiento de que no debía hacerlo y terminé durmiendo en la misma habitación que mi hermano.
Un día después, unos ladrones entraron a robar a todas las casas del complejo y utilizaron la habitación en la que yo hubiera estado como un punto seguro en el que controlar todo aquello que habían robado. No sé qué es lo que habría pasado si hubieran entrado a esa habitación para encontrarse con una niña de ocho años durmiendo sola.
Iba con un amigo en motocicleta por una carretera rural detrás de un camión que llevaba un montón de neumáticos viejos. De pronto sentí que no debíamos estar allí, así que disminuí la velocidad para dejar que el camión se nos alejara… tan pronto como lo hice, una de las ruedas del contenedor cayó justo en el lugar en el que nosotros hubiéramos estado.
Un amigo nos sugirió ir a una fiesta a la que lo había invitado un compañero de clase. Fuimos en coche pero, al llegar, nos dimos cuenta de que el barrio no era muy agradable. Vimos que la casa tenía un par de luces encendidas en el patio trasero aunque todo se veía demasiado tranquilo como para tratarse de una fiesta.
Decidí que era mejor no ir porque algo definitivamente no encajaba. Mi amigo se enteró de que al compañero de clase que lo invitó le robaron y lo amenazaron cuando llegó a la fiesta. Resultó ser una fiesta falsa.
Me encontraba en Pensilvania en una acampada de fin de semana por el Día de los Caídos. Todos querían ir a comprar algunas cosas que faltaban, pero yo tuve un presentimiento y decidí quedarme en mi hamaca. Fui el único que se quedó y un conductor borracho acabó chocando el coche en el que iban todos mis amigos.
Tenía 5 o 6 años y mi madre y mis hermanas quisieron salir de paseo fuera de la ciudad. Comencé a llorar sin parar porque, por alguna razón, no quería ir con ellas y decidí viajar con otra de mis hermanas en su coche. Resultó que mi madre y mis otras hermanas sufrieron un accidente. Me dijeron: “Si hubieras estado en ese coche, habrías tenido que sentarte en el asiento del medio y habrías fallecido”. Por suerte, mi familia salió ilesa… y la verdad es que me sentí muy bien después de eso.
Me pasó algo así en un recreo cuando iba a la escuela primaria. Era un día normal y salimos en el horario habitual y, aunque algo me resultó extraño, no le di importancia porque tenía ocho años y aún no tenía sentido común. Resultó ser que había un tipo en el patio buscando niños para llevárselos en una gran camioneta blanca.
Me detuve justo antes de que se congelara el motor en medio de una carretera helada. Íbamos en un coche de m*erda y sabía que el motor iba a apagarse… si esto sucedía, las ruedas habrían frenado de golpe haciendo que acabáramos chocando contra un árbol.
Mi exnovia… Cuando comencé a salir con ella, recién se había separado y estaba divorciándose (tenía dos hijos con otra pareja). Nos separamos y comenzó a salir con otro tipo, se casó con él y quedó embarazada a los seis meses. Ahora están divorciándose… y ella sale con otro hombre.
